La Boutique del Libro San Isidro, lugar emblemático de la cultura local, esta cumpliendo 30 años y quisimos darle una lugar en nuestra página a esa celebración, porque la Boutique es siempre una buena noticia para los que vivimos por acá. Les compartimos una carta que escribió Fernando Pérez Morales con motivo de este aniversario.
Juro que no sé cómo hicimos para llegar hasta acá. Nunca pensé que con la Boutique podíamos alcanzar los treinta años de vida: la Boutique es mi relación más estable. No podría trabajar de otra cosa. Aquí tengo a la literatura, la música, la plástica y los amigos. Aquí está Sombra -la dueña secreta de la librería- recorriendo los pasillos y dejándose acariciar.
Pero la Boutique ya no es mía. Después de treinta años, es algo que me trasciende. Es de los clientes y de los que trabajan acá. De los corredores de libros y la gente del bar. Y del barrio, y del croto de la cuadra, y de la gente que entra a chusmear.
Empezamos con la librería a media cuadra del local actual, en la esquina de Chacabuco y 9 de julio. En 1995 nos mudamos a Chacabuco 459. Nos hacía falta más espacio porque queríamos hacer más cosas; necesitábamos hacerlas. Con los libros llegaron los escritores. Después de los escritores, los músicos, los fotógrafos, los cineastas y los artistas plásticos. Ellos también son la Boutique. La tomaron por asalto, en un asedio silencioso pero sin pausa.
Quiero agradecer (así, en primera persona) a mi barrio y a sus vecinos. Llevamos treinta años atendiendo a abuelos, padres e hijos de una misma familia. Eso nos enorgullece. El barrio es el que sostiene a la Boutique. El barrio no se elige. Te toca.
La gente de San Isidro está lejos del estereotipo propio del porteño. Es un lugar lleno de talento. Desde la Boutique siempre le hicimos el aguante a los artistas locales. Todos aquellos que llegaron con ideas, carteles, libros de ediciones propias, Cds y arte para mostrar, lo saben.
También tenemos una deuda enorme con las editoriales que nos sostuvieron durante tiempo, en una forma de apoyo tácito pero fiel, prestándonos sus escritores. Hubo noches de presentaciones de libros que no van a borrarse de la memoria de los que estuvieron. Y maravillosos asados con escritores. De la lista de invitados -que es enorme- vamos a nombrar solo a algunos de los más entrañables: Gelman, Sabato, Maitena, Castillo, Gambaro, Fontanarrosa, Saramago, Orozco, Benedetti, Montero, Bioy, Vázquez Montalbán y Quino.
Cumplimos treinta años de Boutique y treinta años de democracia. Empezamos junto con Alfonsín. Nos gusta creer que somos hijos de nuestra época. Que representamos algo del zeitgeist de la Argentina de estos años: la pasión por el debate y la diferencia, la independencia como tarea. En estos años tratamos de que nadie nos dijera lo que teníamos que pensar ni lo que teníamos que hacer. Esto nos costó (nos va a seguir costando) muchos amigos.
Más allá de nuestras ideas, con nuestros invitados abrimos un abanico ideológico amplio. Estuvieron Osvaldo Bayer, Marcos Aguinis, Miguel Bonasso, Félix Luna, Rodolfo Anguita, Daniel Santoro, José Pablo Feinmann, Andrés Oppenheimer… y siguen las firmas. Las izquierdas, las derechas y los centros tuvieron un lugar aquí. Con los años, fuimos tomando nuestra posición. Pero nunca le regalamos este espacio a la política: hicimos política, que es otra cosa.
Nuestros libreros siempre fueron gente joven. Hay excelentes libreros jóvenes. Muchos de los que hoy están en el mundo del libro o del arte se formaron acá. Eso nos enorgullece. Detestamos esa idea romántica del viejo librero que lucha contra el sistema. Los libreros de culto siempre están por cerrar su librería, nunca pagan el alquiler y quieren encajarle Gombrowicz a todo el mundo.
La Boutique es como el jazz: un desorden rigurosamente organizado. Tenemos la creencia de los libros, que incluye a todas las religiones y a todos los ateísmos. Nunca dejamos de reírnos: de los libros, de los escritores, de las modas, de nosotros mismos. En estos treinta años aprendimos que sin risa no hay supervivencia.
Brindemos juntos por los buenos vinos compartidos. Por la pared escrachada y graffiteada, por las largas charlas, por las bellas mujeres que pasaron por esta Boutique, por las parejas que se formaron acá.
Por los años que van a venir.
La pasamos bien juntos, ¿no?
Muchas gracias.
Fernando Pérez Morales
Junio de 2013