Hace 42 años Independiente marcó la historia del fútbol argentino

Fue la final del Campeonato Nacional de 1977, la noche en que el Club Atlético Independiente se coronó al igualar a dos goles ante Talleres. Una actuación que pasaría a la historia del fútbol de argentina pues Independiente tenía todas las de perder, con solo ocho jugadores en el campo, y un arbitraje que generaba ciertas dudas, e incluso, una dictadura militar en contra.

Archivo 2

Independiente solo tenía una misión: levantar el título

Talleres era el favorito de la temporada, había atrapado todas las miradas, pues quizás y por primera vez en la historia, existía la posibilidad de que un equipo del interior se llevase el título a casa.

En el partido de ida, que se jugó en Avellaneda, los equipos habían empatado 1-1 y todos esperaban que en la revancha de aquel 25 de enero, Talleres se consagrara como campeón.

La demanda de entradas para esta gran final fue tan descomunal que superó fácilmente las 25.000 personas, la capacidad máxima del estadio, por lo que se vieron obligados a añadir tribunas adicionales. Además, dos canales televisivos locales retransmitieron el partido en vivo. 

Por otra parte, en este momento, Argentina estaba pasando por una dictadura militar, y existía un vínculo cercano entre el presidente de Talleres y el comandante del III Cuerpo de Infantería. Éste habría visitado al árbitro en su vestuario antes del pitido inicial, pues a modo de propaganda y también como estrategia, necesitaba que Talleres levantase la copa.  

Los acontecimientos del partido

Sin tener conocimiento de los supuestos arreglos y las sospechosas conversaciones entre aquellos individuos, los deportistas argentinos salieron al campo de juego.

La pasión de los hinchas locales se hacía notar, hasta que Norberto Outes, delantero de Independiente, puso en ventaja a su equipo marcando un gol a los 29 minutos del primer tiempo.

El segundo tiempo inició algo tranquilo, pero a los 14 minutos llegó el primer pitido que causaría revuelo, el árbitro indicó un penalti – absurdo – a favor de Talleres, después de un centro por la izquierda que acabaría tocando el pecho del defensor de Independiente, Rubén Pagnanini, y no en su mano, como afirmaba el árbitro.

Sin importar las protestas de los jugadores de Independiente, la decisión ya había sido tomada, el penalti se convirtió en gol, igualando el encuentro 1 a 1.

Sin embargo, a los 24 minutos comenzó el desastre. Berreriro, jugador de Talleres, marcaría el segundo gol claramente convertido con la mano, dándole ventaja al equipo local.

Por supuesto, todo Independiente cayó encima del árbitro para protestar, esto ocasionó la expulsión de Omar Larrosa, Rubén Galván y Enzo Trossero.

Los ocho jugadores restantes de Independiente no tenían pensado seguir jugando el partido, por lo que a modo de protesta decidieron abandonar el campo. Sin embargo, según se dice, el DT les dijo a cada uno de sus jugadores: “¡Vayan, sean hombres, jueguen y ganen!”.

Algunos jugadores, como Bochini, llegaron hasta el vestuario, sin embargo, Pastoriza convenció a cada uno de los jugadores para seguir en el partido, pero no solo eso, también hizo ingresar a Mario Biondi y a Daniel Bertoni, éste último se encontraba lesionado. Independiente buscaba empatar y así ganar el trofeo.

El jugador protagonista

Esta final tuvo varios protagonistas, con algún que otro ejemplo aqui, pero uno de ellos robó todas las miradas: Ricardo Bochini. Afirma que nunca pensó en que el árbitro sería capaz de hacer lo que hizo, como pitar una mano cuando la pelota pegó en el pecho, y peor aún, celebrar el segundo gol de Talleres, indiscutiblemente, hecho con la mano.

Bochini nunca olvidará aquella noche del año 77, especialmente el momento en el que su equipo tan solo se quedó con 8 jugadores. Expresa que cada minuto tras la expulsión arbitraria de sus compañeros, todo se hizo cuesta arriba, el arriesgado cambio ofensivo del entrenador, pese a la inferioridad numérica, fue sumamente arriesgado, pero a la vez, fue decisivo.

A solo 7 minutos del final llegó lo que nadie aquella noche se habría podido imaginar, una jugada de película entre Biondi y Bochini, donde finalmente el diez, se quedó cara a cara con el portero de Talleres: “fue la única oportunidad que tuvimos y la metimos”, fueron las palabras de Bochini. Y así de simple, Independiente igualó el marcador 2 a 2, “el resto fue aguantar hasta que el árbitro indicó el pitido final”. 

Pese a los intentos del árbitro de que la final fuese otra, todos los jugadores de Independiente tenían algo en la cabeza, llevarse el título a casa sin importar las circunstancias tan desfavorables y la trampa a la que se enfrentaron. 

Por esto, cada 25 de enero, los hinchas rojos tienen todo el derecho de golpearse el pecho y alardear de aquella victoria que marcaría la historia futbolística de Argentina para siempre.