El partido contra Racing puede marcar el fin de un ciclo. No, no es el torneo que termina, sino que puede ser el último partido que Carlos Luna juegue en Tigre. La incógnita sobre su futuro y la frustración de no jugar la Libertadores abren la duda sobre su continuidad.
Por: Darío Guadalupe
Si son 200 partidos, o 199 o 198, importa poco. La realidad es que Carlos Luna, haya jugado lo que haya jugado, es uno de los máximos ídolos de la historia del Club Atlético Tigre. Y en eso, no hay estadística que valga. La entrega, el sacrificio, los goles y la presencia en todos los momentos del club, son lo que lo convierten en el grito desaforado de los tres lados del estadio ante cada gol suyo. Su imagen, y su lengua afuera se ven tanto en los comienzos en la B Metropolitana como en los títulos de Primera División que el Matador peleó.
“El Chino es un jugador hecho para Tigre”, se oye decir en los pasillos del José Dellagiovanna. Y es que la historia lo avala. Las cuatro exitosas etapas del cordobés en el club, superan cualquier paso por otra institución. Ya sea River, Racing, Rosario Central o España. Eso lo enaltece más. Que sólo haya tenido sus mejores etapas vistiendo la azul y roja le otorga esa inimputabilidad que sólo gozan los grandes ídolos del fútbol.
Por lo tanto, que el partido frente a Racing fuera el último, deja ese sin sabor en la gente tigrense. Como el ciclo diario de la vida siempre que la Luna se fue, volvió. Quizás ahora no sea tan así. Pero si no vuelve, se habrá convertido en leyenda, en un cuento. En un cuento Chino