Foto: “Dificultad es no poder llegar” de Pablo Selles, ganadora del concurso organizado por la Subcomisión de Cultura.
La Subcomisión de Cultura dio a conocer las dos historias ganadoras del concurso de relatos. Felicitaciones a Silvia López y a María Castro por sus emotivas y bellas presentaciones.
Con los botines arqueados
Todos los muchachos de la barra del barrio Crisol llevábamos en nuestros corazones una gran ilusión; en el club Tigre se estaban probando jugadores y teníamos la posibilidad de que alguno de nosotros quedase seleccionado. Llegamos a la cancha y el entrenador nos indicó los lugares en que jugaríamos Para mi desgracia me ubicó como inside izquierdo cuando yo siempre jugaba de diez. Por aquellos años no pelaba una moneda en el bolsillo y entonces me prestaron unos botines que estaban arqueados hacia adentro. Durante el primer tiempo fui adaptándome a los botines y ya en el segundo tiempo pude demostrar todas mis habilidades de jugador de potrero. ¡Me salían todas las jugadas como de memoria! En fin, un lujo atrás de otro. En uno de los avances recibí la pelota y le pegué de puntín con tanta suerte que se clavó en el ángulo. Al terminar el partido fue tal la algarabía que me sacaron en andas. Cuando salí de los vestuarios se aceró alguien de la Comisión directiva y me dijo:
-Che pibe, venite por el club a ver si te podemos fichar.
Volví a casa con el corazón repleto de emoción. Días después me presenté en el club, la reunión con la Comisión fue un éxito; estaban decididos a ficharme. Pero la despedida llegó antes que el debut ya que para poder ficharme necesitaba mi documento. No lo tenía; tampoco mi papá. Hacía pocos meses que habíamos llegado del interior y éramos indocumentados, como muchos provincianos de entonces. Tampoco conseguimos tramitarlo antes del cierre del libro de pases. Así nos contó su historia mi padre, que conservó intacto su amor por el Matador de Victoria, nunca dejó de alentarlo. Lo vi llorar con la radio en la oreja si Tigre perdía, también lo vi sonreír en medio de una marea humana que caminaba por la Avenida Avellaneda cuando ascendió de categoría. Así es la vida, a algunos la suerte les es esquiva, a mi viejo no lo ayudó. En cambio la suerte está de ni lado, tengo un papá de 82 años que es de primera.
Silvia Angélica López
¡No vayas más Juan!
Papa, Juan Carlos Castro, socio vitalicio del club, no se perdía partido.
Volvía del negocio, los sábados cerraba a la una, llegaba a casa, dormía una siestita y marchaba para la cancha.
De la época que yo recuerdo, Tigre no venia teniendo una buena temporada, los triunfos se le habían vuelto esquivos.
Papa volvía enojado despotricando contra el equipo.
“Son una manga de pataduras”, “no tienen sangre “etc. etc. y otros adjetivos irreproducibles.
Mi mamá que lo esperaba en casa, cuando lo veía tan triste le decía “no te amargues, vení, vamos a tomar unos mates, ya van a jugar mejor”, “pero si no tienen cura” “no tienen cura”.
Bueno “no vayas mas Juan”, te va a hacer mal “ ,“si tenes razón a la cancha no vuelvo”.
Llegaba el sábado, se disputaba la próxima fecha y Juan que había prometido no volver, repetía el rito, ver el partido prendido del alambrado y detrás del arco, como a el le gustaba. Sábado a sábado renovaba sus esperanzas de ver ganador a su querido Tigre.
Me imagino el festejo que habrá armado con los angelitos cuando sus queridos pata duras pasaron a primera, lamentablemente ya no estaba con nosotros.
María Cristina Castro