Uno ve el resultado y tranquilamente podría exclamar “¿Otra vez lo mismo?”. Podría, sí. Pero si bien el resultado fue el mismo que la fecha pasada, y a Tigre se le escapan otros dos, la realidad es que ambos partidos no tuvieron nada que ver en el funcionamiento del Matador. Y ahí es donde se ve la mano del nuevo entrenador Pedro Troglio.
Si bien Troglio lleva sólo diez días al mando del plantel, se notó un cambio tanto en la actitud como en lo táctico. De entrada, Peter paró un pseudo 4-3-3 con Galmarini volviendo, después de varios años, a la posición de volante y Rincón como extremo yendo y viniendo dependiendo si el equipo atacaba o defendía. Y el Japo Rodriguez manejando los hilos del equipo en ataque. Por primera vez en el torneo, cada vez que Tigre atacaba lo hacía con varios jugadores y no dependía tanto de los pelotazos frontales.
El problema se empezó a ver en el mal partido de la línea defensiva (punto mas flojo del equipo en todo el torneo) que perdió mucho en los mano a mano. Preocupa porque esta vez había gran mayoría de titulares, así que queda confiar en que sólo fue un mal partido en el que Troglio deberá trabajar. Por otro lado, el desgaste físico hizo mella en el retroceso, sobre todo en el segundo tiempo donde, sencillamente, Tigre no aguantó la arremetida de Racing que buscó el empate con todo.
Si bien Tigre se paró de contragolpe, y en el segundo tiempo tuvo línea de cinco defensores, la actitud ofensiva y el pensar en el arco rival en todo momento, dejan esperanza en los hinchas que, por el momento, ven con buenos ojos el manejo de Troglio en el equipo. Aún es temprano para sacar conclusiones. Ahora se viene otro examen difícil frente a Boca en Victoria. Pero ajustando algunos detalles, y apostando a la misma intensidad que en el Cilindro, las cosas pueden empezar a mejorar.