Por Joaquín Noya*
Sin que hayan pasado las primeras 72 horas de la derrota en la provincia de Buenos Aires, quería compartir algunas reflexiones teñidas por las emociones y el enojo con nosotros y nosotras mismos. En principio debemos enmarcar el resultado electoral del domingo 12 de septiembre en el medio de una pandemia en un mundo hiperglobalizado que no hizo más que dejar al descubierto y profundizar las injusticias que atravesaban a las sociedades capitalistas occidentales.
Junto con un proceso previo a la pandemia: el surgimiento de derechas anti sistema que crecen electoralmente en todo el mundo ante la falta de solución por parte de los Estados nacionales a problemáticas profundas del capitalismo, sumado a que dichas derechas constituyen la cristalización electoral de ideas que fracciones minoritarias de las sociedades siempre tuvieron. Alcanzando su punto más alto con Bolsonaro en Brasil.
Para dejar de dar vueltas e ir a los bifes, hay varias causas donde pueden encontrarse los factores de la derrota del Frente de Todos en Buenos Aires, desde las macro hasta las más pequeñas, empecemos a desandarlas punteando algunas de ellas:
-Situación macroeconómica. Es muy difícil que un oficialismo gane con un 50% de pobreza, más allá de poder explicar la situación heredada por la pandemia amarilla y como la pandemia COVID-19 la profundizó. “La Gente” espera respuestas concretas de un gobierno, que en este caso las dio (IFE, ATP, etc.), pero también debemos aceptar que fueron respuestas basadas en un análisis incorrecto de la realidad. Muy pocos funcionarios y funcionarias pensaron que se iban a inscribir 11 millones de compatriotas para cobrar el IFE, lo cual hace imposible pensar políticas para adelante, como por ejemplo un salario universal, sino se conoce que la mitad de la población económicamente activa en el país está fuera del mercado laboral formal, inventándose su trabajo, pero con una carencia absoluta de derechos como pueden ser la jubilación, obra social u otros.
-El gran logro de nuestro gobierno fue cuidar a la población en un contexto de pandemia. Las distintas medidas, muchas de ellas antipáticas, pudieron ser aceptadas mayoritariamente debido a las excelentes explicaciones, las comparaciones con otros países y por el lugar desde donde se dijeron (comprensión, empatía, racionalidad y desde la amplitud política). Pero con el transcurrir del tiempo, los errores no forzados y una foto no deseada dinamitó la imagen y la palabra de un presidente que hasta ahí en muchos casos había predicado y actuado con el ejemplo.
-A una campaña vacía de contenidos por parte de la oposición. Recién los últimos días se animaron a decir en voz alta algunas propuestas como la de eliminar la indemnización de las y los despedidos -por miedo a perder votos por derecha-. Desde el oficialismo no planteamos de forma clara nuestras propuestas, por ejemplo, para resolver masivamente el problema del trabajo o lo rápido que salió de nuestra agenda la reforma impositiva. La falta de propuestas no convence a los ajenos y ajenas, a la vez, que aleja y desencanta a los propios y propias. No se escuchó en nuestra campaña ni siquiera como títulos las palabras: medio ambiente, soberanía alimentaria, buen vivir, vivienda, entre otras.
-Fue una campaña sin campaña, sin candidatos y candidatas. Salvando algunas excepciones y nombrando solo a dos, pero sabiendo que fueron más, casi no se vio más que a Victoria Toloza Paz y a Daniel Gollan recorriendo distritos, mesas de difusión, barrios y medios de comunicación. Al resto de los candidatos y candidatas nacionales y provinciales el cuenta kilómetros de sus autos casi ni se les movió en agosto y septiembre. Algo parecido sucedió con los y las ministras nacionales, repito salvando honrosas excepciones.
-Hay que evitar sólo hacer política por Instagram. Las fotos y las redes sociales son herramientas, no el fin. Nuestro fin era, es y será poder llegar a escuchar y hablar con las y los últimos de la fila, con la clase media, con las pymes y comerciantes, con quienes producen en el campo y en las ciudades para contarles nuestra propuesta y mostrarle un Estado en función de ellos y ellas, que los y las va a proteger. Pero esto se hace cara a cara saliendo de nuestras zonas de confort y bancándonos los cachetazos que tengan que darnos quienes nos votaron en 2019 y a quienes tengamos que convencer.
-No ayudó no abrir las PASO en la mayoría de los distritos ya que dinamizan a la militancia, hacen que todos los espacios del frente participen y así multiplica las chances de poder hablar con más gente. Dejo algunos números como ejemplo de mi patria chica Vicente López: En 2013 con una elección provincial de 35%, en Vicente López se obtuvo 17% con lista única. El domingo con una elección provincial de 33%, logramos el 21% con 3 listas participando en las PASO. Seguro haya muchas variables más, pero todos los espacios del frente estuvimos en la calle militando la boleta y eso se reflejó en el resultado.
-La seguridad es uno de los principales problemas que afecta los y las bonaerenses, y claramente no ayuda en lo más mínimo que quienes tienen a cargo ambos ministerios en Nación y Provincia le dediquen tiempo de su gestión a criticarse públicamente de manera constante.
-La unidad como un valor en sí misma funcionó en 2019. Nos lo reclamaban para ganarle a Macri, pero evidentemente dejó de ser eso y paso a ser una característica de nuestro frente, pero sin incidencia en la definición electoral. Que por supuesto es fundamental sostener esta unidad para que no regrese la derecha al poder, pero es fundamental buscar mecanismos internos de participación democrática donde puedan dirimir las diferentes fuerzas que del frente participan.
-La campaña de vacunación fue y es extraordinaria. Ni siquiera los casos de vacunación VIP de 2020 lograron opacarla, debido a un presidente que en ese momento estuvo rápido de reflejos. Pero en este sentido, el Gobierno cometió dos errores: el primero fue no entender que la población tomó la vacunación como una obligación del Estado y no como una enorme definición política acertada de nuestro gobierno. Y, el segundo, poner a la vacunación como uno de los ejes principales de la campaña electoral. Recordando una frase que estuvo en boca de todo el peronismo en 2018: con la vacuna no alcanza sin la vacuna no se puede.
El desafío es grande de cara a estos dos meses, pero sobre todo de cara a lo que queda de gestión. Debemos resolver lo inmediato, sabiendo que hay cuestiones profundas de nuestra democracia que siguen sin resolverse. Tierra, techo y trabajo sintetizan una línea a seguir, pero también los problemas que desvelan a millones de compatriotas. Si no encontramos una salida a dichas problemáticas, no será en nosotros y nosotras en quienes las vengan a buscar a la hora de votar.