Símbolo. Un hecho de violencia institucional como tantos que lamentablemente se suceden en nuestro país, pero con una potencia simbólica inconmensurable, tuvo lugar hace algunos días en San Isidro. En el mástil, en el corazón de la ciudad símbolo de los valores conservadores, una madre joven amamantando. La vida humana, en su rostro más originario, mamífero. Y la policía censurando ese acto. Dos jóvenes, de edad similar a la madre, vestidas de uniforme azul, enajenadas de su identidad de mujer, tratando de interpretar el sentido de un orden instituido, posiblemente ajeno, posiblemente de otros, prohibiendo el natural acto.
Repudio. Y luego el repudio. Multiplicado por millones en las redes. El repudio aún de aquellos que siempre ven fantasmas detrás de todo, que buscaron negar la noticia y, nuevamente, matar al mensajero. El repudio de los que buscan sacar una tajada. El repudio unánime. Sincero o impuesto, unánime. Incontenible, como el hambre de un niño y la materna necesidad de saciarla. Incontenible como la explosión de la noticia y las convocatorias que brotaron en todo el país llamando en decenas de plazas a repudiar el hecho y reivindicar el derecho.
Teta. Y el provocativo acto de poner en la misma oración “Teta” y “San Isidro”. #Piquetetazo o teteada masiva. En el centro de San Isidro, en el mástil, a metros de la Catedral. Quizás el acto político más contundente que haya tenido lugar por estos pagos. Irreverente, feminista, anti-policial, ecológico y cool. Todas a dar teta en shishidro. Sábado 23 de julio, 15hs, Belgrano y Acasusso, San Isidro.