Por: Daniel Fariña - Director Ejecutivo Agencia de Cultura Tigre
Durante una noche de junio de 1944 mil doscientas toneladas de explosivos arrojadas por trescientos aviones aliados sobre Boulogne Sur Mer, con destino a destruir la base de submarinos que los nazis tenían a doscientos metros del monumento al General San Martín, solo lo rasguñaron.
Cuatrocientos ochenta y siete bombardeos y nada… nada pudo destruir el monumento.
Este episodio de la segunda guerra mundial conocida como “El milagro de la estatua de San Martín” es recuperado, o mejor dicho divulgado, mediante la visita a nuestra ciudad de Tigre de la orquesta Opal Sinfonietta de la ciudad de Boulogne Sur Mer.
En estos tiempos de retorno a las teorías del fin de la historia, la ciudad ubicada al norte de Francia y a orillas del Canal de La mancha que nuestro máximo héroe eligió para morir, quizás sea más conocida por ser el sitio natal de los delanteros del Bayern de Múnich: Papin y Ribery que por haber sido desde el año cuarenta y tres la base de la flota del Imperio Romano, o el lugar donde Napoleón reunió a ciento ochenta mil soldados para invadir Inglaterra, o el destino de los dos últimos años del libertador de América que no soportó ser parte de la mezquina fragmentación de la patria grande.
Pero por suerte es la música y no las bombas las que nos retrotraen al 113 de la Grande Rue de Boulogne Sur Mer donde muere San Martín el 17 de agosto de 1850 y nos cuenta que en 1926 el gobierno argentino compra el inmueble y lo convierte en Museo Histórico Nacional.
Sin aliados y sin bombas por suerte, pero si a través de la música que también amaba nuestro héroe, recuperamos un hecho histórico poco conocido.
El grupo de músicos franceses que admiran al General San Martín también nos dicen que a fines de la década del ochenta, es designado a cargo del museo el músico y compositor argentino Juan Carlos Grupalli quien casualmente, es el creador de la Orquesta Opal Sinfonietta que hoy nos visita.
Tal es el afecto por nuestra patria de estos músicos que el 9 de julio de este año, con referencia a los festejos del bicentenario de la independencia argentina, la Orquesta Opal Sinfonietta interpretó en la Catedral de Notre Dame de Boulogne la obra del joven autor argentino, nacido en Tucumán, Mauricio Martinez Zuccardi “Meditación del héroe” en homenaje al prócer, por haber obtenido el primer premio del Concurso de composición de Boulogne Sur Mer.
En definitiva, sin aliados y sin bombas por suerte, pero si a través de la música que también amaba nuestro héroe, recuperamos un hecho histórico poco conocido, recorrimos con mayor profundidad una ciudad que admira a nuestro Capitán General, nos deleitamos con un magnífico primer violín a cargo del joven Guillaume Barli interpretando la obra de nuestro Juan Carlos Grupalli “Fantasía Andina” y descubrimos al joven compositor tucumano Zuccardi.
Estos hallazgos indirectos me hicieron acordar al film del cineasta alemán, Werner Herzog “Grito de piedra”, que trata sobre las dificultades de un grupo de andinistas europeos que intentan llegar a la cima del Cerro Torre de nuestra Patagonia, uno de los cerros más difíciles del mundo que conocí a través de la película extranjera que alquilé de casualidad.
De todos modos, la orquesta sonó de maravillas con el Nini Marshall a pleno y los trescientos pibes del Programa de Orquestas de Tigre disfrutaron de las casi dos horas de concierto, participando activamente con sus palmas del cancán en el final de la Obertura de Orfeo en los infiernos, de Offenbach.
Hoy pudimos comprobar que los chicos no solo suenan afinados, también aprenden a disfrutar de la música produciendo este emocionante logro pedagógico que no es producto de ningún milagro o casualidad, sino consecuencia del trabajo de los responsables del programa… en tiempos difíciles de celulares, reguetón y pokemones.