¡Arrancó el campeonato muchachos! Es primavera y van tres fechas, pero nosotros seguimos en el frío invierno de la pretemporada. Un Tigre offshore con un solo punto declarado en la tabla, último, cómodo, calentitos y con deuda pendiente con su gente. Un presente impensado luego de ver los partidos de la pretemporada. No juega mal Tigre, se ha reforzado bien -a no dudarlo- pero hemos descubierto que no nos sobra nada. Y aún cuando el equipo es dominador, tiene atisbos de buen juego, no hace goles.
“Mala suerte” se ha dicho por la decena de goles errados contra Estudiantes y contra Huracán. Por el fallido penal de Cachete en Rosario, los palos. La mala racha de Troglio contra el Pincha, la canción de Cacho Castaña “ha vuelto el matador” en el entre tiempo, los 89 de Luna de hace más de seis meses… ¡zas! contra Huracán parecía que la oscura nube de la mufa suerte se alejaba definitivamente luego del cabezazo del Chino. La Felicidad del entretiempo nos hacía pensar que sí, que Tigre de una vez se iba a meter merecidamente en el cielo de los que luchan el campeonato. Que las famosas inversiones iban a encender la máquina. Pero no. Nervo, al rebote, Nervo le pegó como nunca en su vida le va a volver a pegar, Nervo liberalismo y la re purísima madre que te dio esa pierna para clavarlos al final y dejarnos en la calle.
Una semana más de mal humor. Una semana más pensando en la magia negra, tirando ajo, haciéndole cruz de sal, agarrándose el huevo o la teta izquierda. Esperando el “segundo semestre” tan esquivo como las paritarias que le empaten a la inflación. Esa inflación que se instaló en Victoria y cada vez nos pone más lejos empatarle en puntos a los de arriba, y nos llena de signos de preguntas de cara a un 2017 con seis descensos ¿otra vez?
No hay nada trascendente que cambie la realidad de Tigre, la explicación no está afuera ni es un misterio, no vale la pena rezar ni buscar en los nuevos jugadores. La solución a esta crisis está dentro nuestro, y saldrá de nosotros, solo de nosotros. Es inmanente, Tigre es un grande dormido, y como grande que es se deberá despertar antes de que nos coman los buitres.