Pasan las fechas y el hincha se sigue preguntando lo mismo: “¿Hacía cuánto no teníamos un equipo así?”. Está claro que Chacarita no es el Barcelona de Guardiola ni el Real Madrid de Ancelotti. Pero por primera vez en cinco años tiene con qué entusiasmar al simpatizante, y no es poco. Porque como un efecto dominó el andar futbolístico se replica, entre otras cuestiones, en un buen clima institucional y en la vital importancia de crecer en diferentes áreas como es el incremento de la masa societaria y el regreso de la familia al estadio.
Pero el presente de Chacarita en la Primera Nacional no es casualidad (está cuarto en la tabla con 26 puntos y a ocho del líder, Belgrano de Córdoba) y lo tenemos que relacionar directamente con el mercado de pases, ese que tanto se criticaba (y con razón) desde el retorno del club a Primera División allá por mediados del 2017 hasta el año pasado.
Tras el previsible éxodo de casi todos los apellidos que integraron la plantilla 2021, Chacarita encaró el mercado de pases con un claro objetivo: dejar de ser un equipo que pelee abajo y sea ganable en cualquier escenario, a ponerse la ropa de candidato. Previo a la pretemporada se presentaban dos situaciones muy marcadas. La primera era el enfado de la gente con la decisión de la dirigencia (o parte de ella) en sostener a un cuestionadísimo Federico Arias. Pero en contrapartida teníamos las esperanzadoras incorporaciones que día tras día aterrizaban a San Martín.
Con Facundo Parra, Hernán Fredes, Federico Rosso, Abel Masuero y Ricardo Blanco ocupando el sendero de la experiencia, tan importante en campeonatos como estos, con Santiago Godoy e Ignacio Russo como apuestas que prometían, y con los juveniles que tanto entusiasman caso Federico Losas, Enzo Hoyos y los dos González, Juan Cruz y Rodrigo, paulatinamente el Funebrero fue tomando color, no tanto desde lo estrictamente relacionado a lo futbolístico sino en el sentido de la conformación del plantel, de un grupo de trabajo.
El comienzo no fue bueno. La derrota en Isidro Casanova ante Almirante Brown en el estreno y el empate con Gimnasia de Jujuy en Villa Maipú desembocaron en lo que ya se sabía, era la “crónica de una muerte anunciada”. Lo sabíamos todos menos un puñado de directivos que no interpretaron que el ciclo del Torpedo estaba finalizado hacía tiempo. Los números lo avalaron. Dirigió doce partidos (diez correspondientes al torneo anterior): empató cuatro y perdió ocho.
Marcelo Venturelli (actual director técnico deportivo), en conjunto con Claudio Batalla (coordinador del fútbol amateur), tomó las riendas del asunto de manera interina y colocó el inodoro en el baño, la heladera en la cocina y la mesa en el comedor. Mismo rol que luego tomaría Pablo Centrone, el DT que eligió Néstor Di Pierro para que se haga cargo de un equipo que de a poco empezaba a demostrar el potencial que tiene para transitar de forma exitosa este siempre dificultoso certamen de la Primera Nacional.
Después de la reciente victoria ante Mitre en Santiago del Estero, las estadísticas indican que con Centrone en el banco Chacarita disputó diez encuentros, de los cuales ganó cinco, empató tres y perdió dos (los primeros que dirigió). No solo ello, sino que, además, el Tricolor se posicionó como el equipo más goleador del campeonato, con un total de 28 anotaciones. Es cierto, le convirtieron en 19 oportunidades. En esa faceta aún debe mejorar. Pero como decimos desde el comienzo de la nota, tiene con qué.
¿A QUÉ LE ATRIBUÍMOS ESTE ANDAR DE CHACARITA?
Creemos que hay tres puntos fundamentales que resumen el próspero acontecer futbolístico de Chacarita:
1) LA IDEA DEL TÉCNICO Y LOS INTÉRPRETES: Chacarita propone un fútbol ofensivo, ataca y lastima a sus rivales. El “10” Blanco está en un momento excepcional y cuando agarra la pelota algo puede pasar, más teniendo en cuenta que adelante tiene a Godoy y Russo, que van compartiéndose los goles. También están Hoyos, que arrancó el torneo como titular, se lesionó pero retomó el ritmo con creces, y un Luciano Perdomo muy enchufado que cumple siempre. Y después se encuentran los Fredes y Parra, que ahora que volvieron de sus lesiones seguramente también se ubicarán como figuras determinantes.
2) LA UNIÓN DEL GRUPO: Ni bien asumió como DT, Centrone contó que, por primera vez en sus 34 años como entrenador, fue recibido por el capitán (Parra) y el subcapitán (Masuero). Le tocaron la puerta y le dijeron que, con total tranquilidad, tome las decisiones que tenga que tomar. Un ejemplo de lo que es un verdadero “líder”, o “líderes” en este caso, dentro de un plantel.
Otro ejemplo que no podemos pasar por alto: cada semana el hincha se deleita de esos videos que comparten los jugadores a través de sus redes sociales, en los que se los ve compenetrados, juntos, y con un muy buen clima interno, algo que no siempre sucede en un plantel, sobre todo en uno tan numeroso como lo es el de Chaca.
3) LA MÍSTICA Y LA LUCHA: En una entrevista que le realizaron a Blanco en Ascenso Directo (DirecTV) había asegurado que “si nos hacen un gol, ya sabemos que vamos a hacer dos”. Los números lo respaldan: de ocho partidos que el equipo comenzó perdiendo, dos los ganó (Almagro y Nueva Chicago), tres los empató (Temperley, Deportivo Maipú y Quilmes) y los tres restantes los perdió (Almirante Brown, Deportivo Madryn y Estudiantes de Río Cuarto). En los últimos tres que disputó, no hizo falta empezar de atrás ya que en todos comenzó al frente en el marcador (Independiente Rivadavia, Ferro y Mitre).
Chacarita aún no obtuvo nada, y puede que no lo obtenga. El fútbol es impredecible y, muchas veces injusto, pero por primera vez en cinco años se ve un equipo con el cual la gente se identifica y se ilusiona: porque tiene para pelear, porque tiene referentes positivos y porque no se da por vencido en ninguna cancha.
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