Yendo al cine me preguntaba qué esperaba ver en Trainspotting 2. Lo obvio sería una historia de venganza. Recordemos que en la original Mark traiciona a sus amigos escapándose con toda la guita que hicieron vendiendo droga a unos narcos.
Por otro lado (el que más me entusiasmaba), era imaginar una continuidad estética con Trainspotting 1 en un nuevo retrato desolador sobre una sociedad de consumo atravesada por drogas, sexo, yonkis y rock and roll.
El problema es que pasaron 20 años y los años pasan para todos, tanto para el director como para los personajes. Los chicos de T1 envejecieron y el dire Doyle se puso nostálgico y un poco más optimista.
Creo que puede leerse como un homenaje al culto de su primer película en una especie de síntesis superadora. Para disfrutarla más se recomienda refrescar la memoria volviendo a ver la primera entrega de Trainspotting, la vida en el abismo.
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