El silbatazo del árbitro Juan Pafundi el pasado sábado en San Martín completó el calendario futbolístico 2022 de Chacarita. Sin otras obligaciones, el Funebrero debió dedicarse puramente al campeonato de la Primera Nacional, el cual finalizó en el puesto 15 de la tabla de posiciones, dentro de la Copa Argentina y afuera de un reducido que comenzará a disputarse en pocos días. Indudablemente, la no clasificación a la disputa por el segundo ascenso deberá replantear varias cuestiones en el seno de una Comisión Directiva que supo armar un equipo competitivo, pero que a la vez tomó una serie de decisiones equívocas que alteraron el resultado final.
Como en cualquier línea de tiempo, se empieza por la izquierda (atrás) y se continúa por la derecha (adelante). Con un equipo muy limitado, Chaca finalizó el torneo 2021 anteúltimo en la tabla y arrastrando una nefasta seguidilla de siete derrotas consecutivas. La depuración de aquel plantel y el posterior armado de otro era una obviedad y la dirigencia así lo entendió. Lo que la CD no interpretó fue que el ciclo de Federico Arias se había acabado. En conjunto con su ayudante de campo Lucas Castroman, Torpedo (de primera experiencia como DT) tomó las riendas de un equipo que venía bastante golpeado pero que nunca logró enderezar. Los números lo reflejaron: de diez partidos empató tres y perdió siete. Aún así, y pese a la inconformidad de la gente, la junta dirigencial le renovó la confianza para que permanezca al frente de la pretemporada de cara al certamen 2022.
Si bien el crédito del público para con Arias estaba lejos de tener una vuelta de rosca, la ilusión del simpatizante comenzó a florecer después de oscuros cinco años futbolísticos. Las incorporaciones de Hernán Fredes, Facundo Parra, Ricardo Blanco, Ignacio Russo y Santiago Godoy (estos dos últimos se asemejaban más a “apuestas” pero con sustento de que sean verdaderos “refuerzos”) y la renovación de Luciano Perdomo, despertaron mucha esperanza en San Martín.
Sin embargo, el comandante del barco seguía siendo la misma figura. Y el que ve a Chacarita hace varios años sabía que su continuidad no iba a prosperar. Así se llegó al fallido debut ante Almirante Brown en Isidro Casanova, que sumado al empate en Villa Maipú frente a Gimnasia y Esgrima de Jujuy terminó con el ciclo Arias, a partir de la decisión del presidente Néstor Di Pierro. Sí, a la segunda fecha de un campeonato de 37. La pregunta se cae de madura. ¿Para qué se lo sostuvo finalizado el torneo anterior y se le otorgó la responsabilidad de que encabece la pretemporada si después se lo echa en el segundo partido? Una decisión que le costó caro al equipo físicamente hablando. Pero eso lo dejamos para más adelante.
Mientras se buscaba un entrenador que encaje con el plantel y le brinde un adecuado ritmo de juego, Marcelo Venturelli y Claudio Batalla se hicieron cargo de los jugadores en carácter de interinos. Con ellos en el banco de suplentes, el equipo cosechó siete unidades sobre nueve en juego. Pero sólo un día después de la muy celebrada victoria contra Deportivo Morón en el oeste, la dirigencia volvió a sorprender y oficializó a un desconocido Pablo Centrone como nuevo director técnico.
A diferencia de Arias, Centrone no era un aprendiz en la materia. Experiencia y trayectoria tenía de sobra. Lo discutible es que prácticamente el total de su carrera como entrenador la hizo en el exterior y, en varios casos, en países cuyo nivel futbolístico no se emparentan en nada al argentino, como por ejemplo Guatemala y El Salvador. Y en la Argentina, su última experiencia había sido en 2005 con Sportivo Italiano, club del que es simpatizante.
No obstante, calificar como un error la asunción de Centrone sería algo injusto. Porque no hubo un solo hincha de Chacarita que no se haya ilusionado con “La Centroneta”, que después de un inicio dudoso, puso primera y no la paraba nadie. Importantes victorias como contra Almagro, Nueva Chicago y Mitre de Santiago del Estero depositaron al Tricolor en el tercer lugar de las posiciones y cerca de Belgrano de Córdoba; sin dudas, el mejor equipo de toda la temporada y que bien merecido tuvo su ascenso. Además de los resultados futbolísticos, se notaba un gran clima interno en el grupo. El contexto general rozaba la perfección.
Pero luego empezaron a surgir los inconvenientes. Primero que nada, en favor de Centrone hay que remarcar que prácticamente nunca tuvo la posibilidad de repetir un once inicial. El tema físico a Chacarita lo castigó durante todo el transcurso del campeonato (léase mala pretemporada, uno de los principales problemas de haber conservado a Arias y a su cuerpo técnico). En menos de quince fechas se lesionaron Facundo Parra, Hernán Fredes, Saúl Nelle, Nicolás Chaves, Juan Alvacete, Alejandro Manchot, Abel Masuero y Enzo Hoyos (todos titulares).
De la misma manera en la que el equipo estuvo en una primera instancia ocho encuentros sin conocer una derrota, permaneció luego un mes y medio sin cosechar una victoria (cuatro caídas y dos pardas). De hecho, desde el fatídico cotejo frente a Sacachispas en San Martín, nada volvió a ser como antes. Centrone jamás supo levantar a un equipo caído anímica y futbolísticamente y, ¿con ciertas diferencias con el propio entrenador? Vale aclarar que los protagonistas se encargaron en varias ocasiones de desmentirlo, pero algunos bajos rendimientos y cuestiones actitudinales hacían creer otra cosa.
Desde Sacachispas hasta San Martín de San Juan (último partido de Centrone como DT) Chaca apenas acumuló once puntos sobre 39 en disputa. Nuevamente, y del mismo modo que como sucedió con Arias, el error de la Comisión Directiva estuvo en insistir con un ciclo que pedía punto final. En una entrevista con el programa radial de Pasión Funebrera, el propio Venturelli dijo que Centrone pretendía renunciar una vez finalizado el partido contra Ramón Santamarina en Tandil. ¿Para qué se busca la continuidad de una persona que se quiere ir? Una grave decisión que costó tiempo y, principalmente, puntos.
Cuando Venturelli asumió (otra vez) como interino, ya era tarde. El equipo perdió demasiado terreno y se ubicaba fuera de la zona de reducido. Las victorias ante All Boys y Güemes de Santiago del Estero volvieron a despertar ciertas gotas de ilusión entre la gente. Sin embargo, como reza aquel viejo dicho, apenas fue una “golondrina de verano”. Porque Chaca, al final de cuentas, quedó sin chances de pelear por el segundo ascenso. Al menos, obtuvo el último cupo clasificatorio a la Copa Argentina 2023. Pero ese no era ni cerca su objetivo inicial.
A diferencia de lo ocurrido desde la segunda mitad del 2017 y hasta el 2021 inclusive, Chacarita tuvo un equipo como para aspirar a algo más. Con el torneo concluido, queda la sensación de que faltó orden y una cabeza de grupo, o sea, un entrenador. Lo que hicieron Venturelli y Batalla es positivo. Pero no hay que olvidar que a ellos se los llamó para otra cosa: inferiores. Y si la CD sostiene el proyecto del que habló en su momento, ambos deben ocupar esa faceta.
Restan al menos cuatro meses para que comience el nuevo campeonato. Desde ahora mismo se debe planificar el 2023, partiendo de tres bases: un director técnico con experiencia y que conozca la divisional; sostener a algunos jugadores que han demostrado que tienen con qué vestir la camiseta del Funebrero; e incorporar “poco pero bien”. Por el momento, y como cada vez que finaliza un torneo, la pelota la tienen los dirigentes.
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