Luego de la mini conferencia de prensa que brindó Sava (duró menos de un minuto) tras la derrota frente a Vélez en Victoria, Tigre se quedó sin entrenador por segunda vez en el torneo (y en el semestre), y empezó a rozar el fondo de un pozo en el que se hundió cada vez más. La primer pregunta que uno se hace es si era necesario que Sava renunciara a tan poco del final de un torneo que, para Tigre, ya no tenía ningún interés. A excepción de sumar algunos puntos que engrosaran el promedio, los tres partidos restantes para el Matador no tenían ningún objetivo más allá del compromiso de terminar el torneo. Por lo tanto, ¿no era mejor que Sava terminara el torneo, armara su equipo, su pretemporada y comenzar a juzgarlo en el torneo siguiente?.
¿Tan mal está la situación en Tigre para que el (ex) entrenador decidiera saltar del barco antes de tiempo? Parece que sí, porque los hinchas se expresaron contra jugadores y dirigentes como hacía mucho tiempo no se veía en las tribunas de Victoria. Por eso, lo mejor que le puede pasar al club es que termine de una vez este torneo en el que sólo por momentos se vio una idea de juego, que siempre fue hundida por malos resultados, flojos rendimientos, mala suerte y errores arbitrales. El que venga, tendrá mucho trabajo que hacer.
Y esa es la gran pregunta. ¿Quién viene a agarrar este hierro caliente? ¿Tigre deberá apostar a un proyecto o sólo conformarse en obtener un colchoncito de puntos que lo mantenga a salvo de la zona del descenso? Los hinchas se dividen. Muchos piden a Caruso, dado el contexto. Richard ya expresó que le gustaría volver si lo llaman. Su currículum muestra experiencia en reflotar equipos con urgencias. Así que para lo inmediato parece el indicado. Pero ¿se pelearán títulos con Caruso en el banco? ¿Podrá darle continuidad al proyecto de darle rodaje a los pibes de la inferiores?.
Muchas preguntas que todavía no tienen respuestas para uno de los momentos más preocupantes de Tigre en Primera División, desde su último ascenso.