Surgió de las inferiores de Chacarita (con el que debutó en Primera en 2006) como una de las joyitas del equipo de San Martin. Pero el descenso a la B en el 2010 y la deuda que la institución tenía con la empresa encargada de la remodelación de su estadio, hizo que el club le cediera el 80% del pase. Y así llegó a Tigre.
En su primera etapa en el club, fue clave en la campaña (primero con Caruso, y luego, cumpliendo el objetivo, con Arruabarrena) por escaparle a un descenso casi consumado. Pero Cachete se convirtió en el eje de un equipo que funcionaba casi a la perfección, con Román Martínez, Ramiro Leone y Martín Galmarini rodeándolo. Así, convirtió golazos que quedan en la memoria del hincha que de a poco lo fue arropando y abrazando como propio. Como en aquel gol a Quilmes por el Apertura 2010 o el gol a Colón por el Clausura 2011, el tanto a Vélez en el Apertura 2011 o los importantísimos goles a Boca e Independiente en Clausura 2012 cuando Tigre ya estaba al borde de un descenso que terminó esquivando. Fueron 72 partidos y 15 goles en esa etapa.
Sus actuaciones le valieron el pase al exterior. Primero pasos olvidables por Arabia (Al-Ahli) y Brasil (Náutico) para luego tener tres temporadas de buen nivel en Liga de Quito. Siempre se pidió por su vuelta y el jugador siempre respondió de buena manera. Mediante redes sociales seguía vinculado al Matador y su regreso era inminente. Y volvió.
En 2016, con Pedro Troglio como entrenador, regresó a Tigre. En medio del agradecimiento de todo el mundo Tigre al volver a tener a uno de sus mejores jugadores de los últimos años, y del malestar de los de San Martín, que vieron como uno de los "de la casa" prefería volver a la vereda de enfrente. No fue una buena temporada para los de Victoria aunque Cachete fue de los pocos aprobados en ese lapso. Cuatro goles en veinticinco partidos para él. Se fue Troglio, pasó Sava y llegó Caruso con su ya conocida renovación. Y Morales fue uno de los desafectados en medio de rumores de diferencias con el técnico y críticas a su físico.
Se fue a Colón pero no fue el mismo. Él quería la revancha con la azul y roja. Y la tuvo. Decidió (otra vez) regresar al club que lo vio brillar, rechazando (de nuevo) equipos que dicen ser suyo. Pero no. Cachete es de Tigre, como lo demostró ayer en su partido número cien, en su gol número veintiuno y en el beso al escudo que lo adoptó.