El nuevo largometraje de esta joven directora palestina es un verdadero oasis entre tanto hastío de superhéroes y clichés visuales. Se trata de una producción múltiple entre países tan dispares como Palestina, Francia, Alemania, Colombia, Noruega, Qatar y Emiratos Árabes. El resultado es realmente recomendable y permite un leve acercamiento hacia el conflicto árabe-israelí.
La historia se desarrolla dentro de un pequeño automóvil Volvo que recorre la ciudad de Nazaret. En su interior viajan un profesor universitario y su hijo, un joven arquitecto que vive en Roma. Ambos llevan a familiares y amigos las invitaciones a la boda de la hermana menor que está pronta a realizarse. De esta manera la película se estructura en una especie de road movie pero sin salir de casa. La trama teje con solidez las tensiones del binomio arquetípico padre-hijo, invitando a reflexionar sobre las obligaciones familiares y nuestros deberes sociales. Además, plantea con inteligencia un choque generacional y cultural de dos miradas diferentes.
Jacir construye un film sutil y contundente que invita a la aceptación de nosotros mismos y a la reconciliación, por lo tanto es posible que nos sintamos reflejados en varios momentos.
Una película para aprovechar antes de que la saquen de cartel.
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