La presidenta habló en el cierre del congreso del Movimiento Nacional Alfonsinista y afirmó que, lejos del final de una etapa, se está entrando a un "nuevo ciclo político". Evocó la figura de Raúl Alfonsín y fustigó a la "nueva derecha".
Por Mariano Fernandez
“Levantemos juntos las banderas de Yrigoyen y Perón. Esto que está sucediendo marca que, lejos de estar en un fin de ciclo, estamos entrando en el comienzo de un nuevo ciclo político", sostuvo ayer la presidenta Cristina Fernández, en una clara definición política que también se interpretó como una respuesta a los opositores que auguran para las próximas elecciones el fin del kirchnerismo.
"El verdadero fin de ciclo fue en 2001", interpretó al cerrar en Parque Norte el congreso del Radicalismo Popular, el ala del radicalismo que conduce Leopoldo Moreau desde el Movimiento Nacional Alfonsinista y que ayer consensuó un documento en el que insta a la dirigencia "nacional y popular a sumarse a un gran frente", en contraposición al acuerdo que selló el titular del partido, Ernesto Sanz, con el macrismo.
"Los Irrompibles", parte de la militancia radical juvenil, avivaron el ambiente con los cánticos tradicionales, pero teñidos de una algarabía particular: "Cristina, Cristina, Cristina corazón, por un radicalismo para la liberación", entonaban para después dejar paso a una consigna clásica del repertorio kirchnerista: "Tomala vos, dámela a mí, el que no salta es de Clarín".
A las dieciocho horas, la mandataria ingresó al Salón Dorado de Parque Norte, acompañada por el ministro de Interior y Transporte y precandidato presidencial, Florencio Randazzo, por el secretario de la Presidencia, Eduardo "Wado" de Pedro, y el líder de La Cámpora, Andrés "Cuervo" Larroque.
La esperaban en el escenario el ex legislador e histórico compañero de la mandataria en el Senado, Leopoldo Moreau, y un grupo de intendentes y concejales radicales que responden a su liderazgo dentro del partido.
Al costado del escenario, los organizadores proyectaron un video en el que se trazaba la continuidad histórica entre los gobiernos de Raúl Alfonsín, Néstor Kirchner y Cristina Fernández en materia de defensa de los valores democráticos, en enfrentamiento con las corporaciones mediáticas y los grupos económicos o frente a los capitales financieros.
Después fue el turno de Moreau, quien eligió leer el documento firmado durante el Congreso porque dijo entender a la política como "una construcción colectiva". El texto repasó los últimos 31 años de la democracia y giró en torno a la necesidad de que todos los actores del campo popular confluyan en las próximas elecciones en un frente contra "la restauración conservadora".
Sostuvo, además, que la antinomia entre peronismo y radicalismo "le ha permitido a la oligarquía vernácula" obtener beneficios desmedidos. Según sostiene el documento, tanto Alfonsín como Néstor Kirchner intentaron suturar esa división: el primero con el Tercer Movimiento Histórico y el segundo con la Concertación Plural.
"Si me vas a contradecir, esperá a que termine", le dijo Moreau a la mandataria, cuando ella insinuó con un gesto disconformidad en uno de los análisis históricos del texto y le robó una carcajada. Tras tomar nota de todos los temas que analizaba el documento, Cristina retomó ideas y ensayó autocríticas como militante y dirigente peronista.
En el encuentro de ayer, además, la presidenta hizo por primera vez desde que se abrió la coyuntura electoral una convocatoria a los militantes de otros partidos que, disconformes con la conducción de sus espacios, encuentren puntos de coincidencia con el kirchnerismo para abultar las urnas en octubre.
"No estoy acá como presidenta, sino como militante del campo nacional y popular", dijo ni bien tomó la palabra la presidenta y recordó que convivió años con un padre radical y cómo vivió el triunfo de Alfonsín cuando era tan sólo una fiscal del partido en Río Gallegos. Después, hizo una valoración sobre el rol de la historia en el análisis político, una idea que ya había ensayado el fin de semana durante su intervención en la Cumbre de las Américas de Panamá. Esta vez, el análisis histórico fue nacional. "No soy nostalgiosa. No se puede conocer el presente ni imaginar el futuro sin conocer el pasado", definió. En ese marco, insistió en la necesidad de que la formación de un frente que sea "nacional, popular y democrático".
Al cerrar su discurso, retomó la idea de "nueva derecha" del documento radical y, sin nombrarlo, criticó a Mauricio Macri, quien se perfila como el dirigente opositor que polarizará con el candidato del kirchnerismo. "Estoy harta de los políticos autorreferenciales, que no son capaces de reconocer los logros que se hacen y entonces mantienen divisiones artificiales." Y agregó: "Algunos empresarios vienen a la política porque quieren a la Argentina atendida por sus propios dueños."
Fue entonces, cuando sostuvo que "hay un nuevo sujeto político histórico" que deberá articularse para imponerse en las elecciones presidenciales: "A mí me votó mucha gente que no fue peronista ni lo piensa ser. El Frente para la Victoria supera y contiene al peronismo." Ante el aplauso y los cánticos de los militantes, la mandataria envió una última señal de "puertas abiertas": "Nunca soñé estar entre tantas banderas radicales acompañando este proyecto nacional y popular."