La calle Paraná, divisoria de municipios, atraviesa Villa Adelina, pero, ¿hay una Villa Adelina de San Isidro y otra de Vicente López? Para el historiador René Arditi Rocha (2012) Villa Adelina es una sola y se encuentra unida por 100 años de historia. Tal es así que comparten la estación ferroviaria, donde el 29 de marzo de 1909 se detiene el primer tren de pasajeros, un acontecimiento considerado fundacional para un barrio en plena expansión. Ese día ambos municipios celebran el aniversario de Villa Adelina. Es decir, están unidos por la historia pero separados administrativamente.
Cuando en 1908 se construye la estación allí existía un paraje, una playa de maniobras de trenes para carga y descarga de productos llegados desde el interior. Las locomotoras que traccionaban esos trenes funcionaban a carbón mineral o leña, en ellos llegaban animales en pie, azúcar, madera (durmientes y leña), carbón, cereales, harina, encomiendas, cargas generales, alcohol, maquinarias, ladrillos para la construcción de la estación y sus plataformas. A inicios de 1909, finalizada la edificación de la estación, llegaron desde Rosario los primeros pasajeros junto a equipajes y encomiendas. Era la segunda oleada de construcción de los ferrocarriles más importantes, síntoma de una nación que recién comenzaba a asentarse.
Por su característico estilo inglés se la considera el primer edificio público del barrio por su valor histórico y arquitectónico. Desde el exterior se observaba sus techos de chapa de zinc construidos a dos aguas que formaban una amplia galería que albergaba a los pasajeros. Hasta la fecha de su demolición, en 1996, se mantuvo en perfecto estado de conservación y sin modificaciones que cambiaran su estilo.
En su interior se conservó el mobiliario antiguo y la primitiva máquina “fichadora de boletos” que continuó siendo utilizada con mínimas modificaciones. La amplia galería aún lucía la campana de bronce, la báscula para pesar, la clásica carretilla para transportar bultos y equipaje junto a una pequeña capilla dedicada a Nuestra Señora de Luján. Tres viejos bancos de madera continuaban ofreciendo descanso a trabajadores, estudiantes, parejas, paseantes y vagabundos.
A ambos extremos de la estación dos pasos peatonales eran utilizados, tanto por los pasajeros del tren como por los habitantes de Villa Adelina que se trasladaban de uno lado a otro del pueblo. A la salida de esos pasos, o bien a la entrada de la estación, había molinetes o “locos” que giraban para ambos lados. Se los colocaba para impedir que los animales sueltos (caballos, bueyes o vacas) ingresaran a la estación, o entorpecieran las vías.
Demás está resaltar la importancia que significaban las estaciones para el progreso económico y social de la región norte. Alrededor de ellas, en general, se instalaban los primeros poblados y pobladores dando lugar a quintas que luego, empujados por el progreso, se convertirían en chalets y luego casas más complejas y edificios. Su oficio como tránsito de personas, sobre todo, se popularizó hacia comienzos del siglo XX pero desde el comienzo también favoreció el progreso económico de la región fomentando la integración mercantil y por tanto, el desarrollo local.
La vieja estación fue demolida, en 1996, para efectuar el túnel de la calle Paraná, un esfuerzo compartido por los municipios de San Isidro y Vicente López, en diciembre de 1995, dando paso a una nueva estación que replico su estilo aunque ya no conservo ni el mobiliario, ni la campana ni el reloj, tampoco la “fichadora de boletos”.
Fuente: "Villa Adelina, unida por cien años de historia" de René Dardo Arditi Rocha, 2012.
Editores: Alicia Rebollar, Mirko Bakarcic
ASOCIACIÓN DE HISTORIADORES DEL FONDO DE LA LEGUA