El intendente de San Martín, Gabriel Katopodis, recibió a QUE PASA en su despacho para conversar sobre los temas centrales de la agenda política. En una charla, con la posibilidad de profundizar y de mirar con cierta perspectiva que da el verano. Se publicará en dos partes. Obras públicas y seguridad, son los ejes de esta primera parte.
- En el 2018, a mi entender, en San Martín ha habido dos temas que marcaron la agenda política, los debates y también las tensiones entre la gestión Municipal con las gestiones Provincial y Nacional: la obra pública y la seguridad. Me gustaría empezar retomando esos temas. Te pregunto cuál es tu mirada en relación a la inversión en obras que se ha hecho de Provincia y la Nación en San Martín.
- En general, me parece que se va consolidando una foto que es muy pobre en materia de obra pública. Había sido uno de los ejes en donde el propio gobierno había exagerado en anuncios y metas. Y la realidad en San Martín, y en general en la provincia de Buenos Aires, es la de un balance bastante pobre. Con aquella consigna que "obra que se empieza, obra que se termina", de un modelo que no iba a aceptar redeterminaciones, y entonces se establece un precio y se termina la obra con ese precio. Todo eso no ocurrió. Hay obras que empezaron y no terminaron, y en general, en la agenda el gobierno tiene muy poco para mostrar. Y por otro lado está el perfil de las obras: es un gobierno que se ha dedicado a hacer obras en el eje de caminos, rutas y la movilidad, pero ninguna obra en materia de hospitales, escuelas, jardines, equipamientos comunitarios. Entonces, también es un gobierno que a la hora de decidir dónde ponen los ladrillos, no ha tenido una mirada y una respuesta en la dimensión de lo comunitario, de lo social, que es bien necesario para una realidad como esta.
"No ha habido obras de Provincia y Nación en materia de hospitales, escuelas, jardines, equipamientos comunitarios"
Hay un capítulo donde el balance es malo en general, y en particular en San Martín no hemos tenido ninguna buena respuesta, a pesar de todos nuestros reclamos. Salvo el caso de la ruta 8, que era una cosa tan evidente que el gobierno tuvo que responderle a los vecinos, a los industriales, a los comerciantes y al municipio, después de tantos reclamos. Pero el resto de las obras… y sólo por enumerar: la obra de Sarratea, en el límite con San Isidro que está absolutamente paralizada, obras con financiamiento nacional en hospital Thompson que están paralizadas, obras hidráulicas prometidas hace 3 años que no se ejecutaron. Sólo en materia de obra pública, la provincia a San Martín hoy está debiendo casi $200 millones de convenios firmados de transferencia para obra 2017-2018.
¿De obras que se pactaron, se proyectó la inversión, se firmaron convenios...?
Se firmó el convenio, se acordó una agenda y un plan de trabajo sobre proyectos bien específicos, que en unos casos son pavimentos, en otros casos son obras vinculadas a cuestiones hidráulicas. Y hoy, número grueso la provincia le debe 200 millones de pesos… y con la devaluación… La realidad es que me parece que la obra pública era uno de los ejes donde ellos pretendían mostrar cierta eficiencia, cierto impacto, cierta administración menos arbitraria, más equilibrada, y me parece que en todo eso es muy poco lo que pueden mostrar.
El otro tema importante en la agenda es sin duda la seguridad. Es un tema central en las demandas del vecino en la región, permanente en la agenda en los últimos años. San Martín no es la excepción. Siempre que entrevisto a un intendente lo consulto sobre como vive esta problemática, donde la Constitución no le asigna competencia, donde no maneja fuerzas de seguridad, policías, ni inteligencia. Pero al mismo tiempo, la mayoría de los reclamos de los vecinos, en este como en otros temas, recaen sobre los intendentes.
Centralmente con la preocupación de cómo encarar un tema que es complejo, que ha sido muy difícil de resolver en los últimos quince años. La preocupación como dirigente político, como intendente. Sé que hay una asignatura pendiente y un déficit a la hora de reflexionar sobre el tema, de pensar cómo se construye una política de seguridad sostenida en el tiempo, cómo se sale de agendas donde lo que se prioriza son los anuncios y respuestas absolutamente espasmódicas, cómo se avanza en una visión más integral del problema de la inseguridad, donde haya objetivos, metas, plazos, posibilidad de evaluar y revisar qué está pasando con la seguridad, qué está pasando con los delitos, qué está pasando con el mercado de las armas o los desarmaderos. Cómo le podemos poner a un problema que es muy serio, que genera mucha angustia, que cruza todas las clases sociales, que opera modificando la vida cotidiana de cualquier a vecinos, de los barrios más pobres especialmente, pero en general de todos los sectores.
"Hay una asignatura pendiente y un déficit a la hora de reflexionar sobre el tema de la seguridad"
Bueno, cómo sobre esa realidad se puede pensar otro tipo de intervención. Y ahí no tenemos, en 3 años de parte de la Provincia de Buenos Aires y tampoco el Gobierno Nacional, una mirada inteligente. Creo que como el tema de la seguridad, la mayoría de los temas en la provincia no han sido encarados como se debía en estos tres años. Sabiendo que son temas que para resolverlos van a llevar quince o veinte años, pero un día se tiene que empezar. Con el dato de un gobierno que administra los tres niveles del Estado más importantes, al menos en el área metropolitana: Nación, Provincia y Ciudad. Y eso también, no hay duda, que lo transformaron en una promesa y lo que se ha hecho es más de lo mismo. Sólo improvisación, respuestas absolutamente parciales y un agravamiento. No tanto de la cantidad de los delitos, porque entramos a discutir cifras, sino de la sensación del vecino que ve que alguien en su cuadra o en su familia, o sufrió un hecho inseguridad en los últimos 30 días.
"Queremos tener la policía local, queremos hacernos cargo de poder demostrar que se puede hacer otra cosa".
En eso nuestro reclamo es muy claro: queremos ser parte de la discusión queremos hacernos cargo de encontrar una visión y una respuesta. Y en ese sentido, además de un mayor esfuerzo de coordinación y decisiones más inteligentes por parte de la provincia, queremos tener la policía local, queremos hacernos cargo de poder demostrar que se puede hacer otra cosa. Nosotros estamos seguros de que se pueda hacer algo mejor. No creemos en esta manera de administrar el servicio de seguridad y de conformar los cuerpos de policía. La Provincia de Buenos Aires tiene la fuerza de seguridad armada más grande de la Argentina y después de 20 años no hemos logrado ningún tipo de cambio. Es la única institución que no ha sido atravesada por algún grado de innovación. Seguimos con la misma fuerza que hace 30 años, pero con un mundo del delito qué va cambiando. Con características que lo hace más violento, más temprano. Y además que responde una realidad del consumo en la ciudad, que también va cambiando.
Por qué pensás, con esta mirada crítica que tenés sobre lo que se ha hecho en materia de seguridad, que es uno de los temas donde el gobierno pone más énfasis: cuándo se habla de la gestión de Vidal, sale enseguida la "lucha contra las mafias"; Patricia Bullrich es una figura que están midiendo para vicepresidenta; y, en estas primeras semanas del año electoral, dirigente oficialista que apareció en televisión, lo hizo hablando de seguridad.
Nos parece que en el plano en que ellos plantean esa discusión de la seguridad, no tienen que mostrar resultados. Cuando ellos plantean el tema de la imputabilidad, no hay ninguna duda que van consolidando un discurso sobre su electorado, van consolidando una mirada de lo que sus propios votantes quieren y porque allí no tienen que dar respuesta, no tienen que dar resultados. Y entonces les permite tener una posición sobre un tema, qué es complejo, sin necesidad de demostrar que la política ha sido más eficaz o menos eficaz.
¿Ves como una utilización demagógica el tema de la seguridad?
Ocupar la agenda, distraer, poner la discusión en un lugar que realmente es equivocado y que no va a dar ninguna respuesta, pero sí que permite tener una posición que, de vuelta, le permite seguir construyendo un mensaje simbólico con su electorado.