El presente de Tigre tiene algo de inexplicable. Si alguien llegaba de otro país el último sábado y lo llevaban a Victoria, con el marco del público y la goleada del equipo para meterse casi en la final de la Copa de Superliga, no creería que estuvo viendo a un equipo descendido, que perdió la primera categoría después de 12 años.
Y este Tigre bipolar, entre la tristeza del descenso y la euforia por el momento deportivo, vivió una semana particularmente agitada que terminó de una manera soñada.
El martes, la noticia de un cambio en la reglamentación de la Conmebol, sorprendía a todos: Tigre por haber descendido se quedaba sin la posibilidad de jugar la Copa Libertadores, si ganaba la Copa de la Superliga.
Enojo, tristeza. Y la bronca con los dirigentes porque "a Tigre siempre lo pasan por arriba"... fueron las reacciones de una gran mayoría de hinchas que se expresaban en redes sociales.
Y el enojo tenia razón de ser. Tigre perdía algo importante no sólo perdía la posibilidad de jugar una copa internacional: perdía los derechos económicos que esa copa otorga, fundamentales para el desafía de mantener un plantel de primera con ingresos del Nacional B.
Y la dirigencia, encabezada por Ezequiel Melaraña, tan criticada en muchos momentos por hincha, logró dar vuelta la decisión de la Confederación Sudamericana, que accedió a posponer su reglamentación. Se festejó, con algo de alivio, como quien araña un empate en los últimos minutos.
Pero el partido se siguió jugando, y la dirigencia de Tigre logró algo que sorprendió a todos: logró que AFA reconociera la injusticia reglamentaria de no dejar a Tigre jugar la copa Sudamericana por haber descendido, y que acceda a cambiar ese reglamento, aunque este, por más injusto que fuera, tenía la legitimidad de haber estado escrito y acordado antes de comenzar la Superliga.
Por esto, Tigre no sólo ya se encuentra dentro de la Copa Sudamericana 2020, sino que podrá jugar la Libertadores si gana la Copa de la Superliga o si sale subcampeón de Boca. Golazo a los 49 del segundo tiempo, para ganar el partido. Y así se celebró por todos.
Y otro partido se venía jugando en estas últimas semanas. El partido de la continuidad del plantel. La dirigencia asumió un desafío enorme: mantener a la mayoría del plantel en el Nacional B. Quien conoce algo de números, sabe que Tigre tiene un plantel que con mucho esfuerzo puede sostener con los ingresos de Superliga. Buscar mantenerlo en el Nacional, con jugadores que además se ha revalorizado por su actualidad, es un objetivo muy difícil de lograr.
El Montillo que llegó a Tigre era un jugador retirado, una apuesta (que muchos hinchas criticaron... "está roto", "Tigre no es una enfermería..." etc.) y está muy lejos de este virtuoso enganche, con experiencia y un estado físico para jugar varios años mas. Lo mismo se puede decir de Prediger, Fede Gonzalez, o del mismo Gorosito, muy lejos hoy de la consideración que tenían al llegar. Todos con ofertas muy tentadoras de otros clubes de primera.
Y justamente esta semana, el rumor de un importante ofrecimiento de San Lorenzo a Gorosito, equipo del cual es ídolo y muy cercano a los afectos del técnico, circuló por varios medios nacionales.
Pero para coronar la semana, ayer Pipo, aseguró que se quedaba, que junto a él lo hacía parte importante del plantel. Y horas más tarde, el mismo Walter Montillo hacía lo suyo.
Lo que podría haber sido un partido para el olvido, terminó con una goleada, por parte de la dirigencia, que en esta semana hizo gran parte de lo que le toca, para que Tigre vuelva a jugar en primera antes que terminen los torneos internacionales, que hoy sabemos va a jugar el 2020.