María Bradley es autóctona, del Delta de zona norte, pero cuando sube al escenario, la esencia pluricultural que lleva en su sangre se asocia inmediatamente con su estilo artístico y de allí salen sus composiciones, una mixtura de músicas de diferentes rincones del planeta.
Con abuelos de orígenes húngaro, libanés, irlandés y español, la artista se permitió viajar gracias a la música. Y a eso puede sumarse que, criada en las islas del Delta, creció con la vida en constante movimiento: el traslado cotidiano para estudiar y luego trabajar fue fortaleciendo esa vida nómade que le llega de raíz. Viajes, historias que se fusionan y esos despertares cargados de culturas y tradiciones se hacen presentes en cada nota, y en cada una de sus canciones.
En cuanto a su desarrollo profesional, Bradley estudió música antigua con el maestro Rubén Soifer, director del conjunto de Música Ficta de Buenos Aires, y fue alumna del compositor turco Serkan Yilmáz.
Semanas atrás, lanzó su segundo disco De Amores y Desarraigos, material que recorre a través de once canciones, culturas y coplas de diferentes partes del mundo adaptadas a la sonoridad y estilo cercano que María refleja con su profunda voz e instrumentación.
Música española, gitana, portuguesa, sefardí, sumada a composiciones propias de la cantautora, invitan a descubrir y disfrutar un mundo sonoro que es más cercano de lo que muchas veces se cree.
El nuevo material se encuentra disponible en las plataformas digitales: YouTube, Spotify, Deezer, y Itunes.