A Tigre le diagnosticaron ansiedad. Y el médico fue claro en su receta para curarla: tres puntos. Un triunfo es lo que necesita el Matador para volver a la senda de la tranquilidad y el buen ambiente y, no menos importante, no perderle pisada a los de arriba.
Si bien las frases "aún falta mucho" y "esto recién empieza" técnicamente siguen siendo válidas, ya no sirven como excusa, porque más que acercarse a los rivales directos en el ascenso, el conjunto de Victoria necesita acostumbrarse a ganar. Los equipos ya saben como jugarle y Tigre deberá demostrar que puede ser un equipo de temer. Quizás deba de dejar de usarse el mote de "último campeón del futbol argentino" porque, si bien Tigre lo es y lo va a seguir siendo hasta noviembre (final de la Copa Argentina), los rivales no parecen tenerle respeto al equipo aun habiendo salido campeón hace poco más de cuatro meses y teniendo el mejor plantel de la categoría.
Pipo tuvo dos semanas para corregir errores y aplicar cambios en un sistema que ya caducó. El Matador deberá reinventarse para encontrar su mejor versión y empezar a sumar de a tres de manera más seguida.
La ventaja es que se vuelve a jugar de local, en el Dellagiovanna, ante nuestra gente. Ideal para volver a amigarse después de unas semanas de sentimientos poco felices. La gente y el clima dirán presente. Todos, esperando a que el que vuelva a aparecer, sea Tigre.