De Vicente López a Rusia: El vecino que hizo cumbre en uno de los siete montes más altos del mundo

Alejo Arbini vive en Olivos, y en agosto logró el objetivo que muchos montañistas desean: hacer cumbre en el Monte Elbrus. Ya había pasado por el Kilimanjaro y el Aconcagua.

Foto: Alejo, en la cumbre del Elbrus.

Es abogado, tiene 34 años y trabaja en un estudio en la zona de los Tribunales de la Ciudad de Buenos Aires. Hasta allí, la vida de Alejo Arbini es la de un vecino de Olivos (Vicente López) como cualquier otro, pero tiene un hobby particular: el montañismo. Y es ese hobby el que le permitió escalar una de las montañas más altas del planeta, el monte Elbrus, en Rusia.

La oportunidad de subir el Elbrus, la montaña más alta de Europa ubicada en los Cáucasos centrales, surgió en junio pasado, con un amigo, tomando un café en Tribunales. Allí, tras enterarse de la propuesta de que un grupo de gente viajaría para buscar la cumbre, Alejo, que hace 15 años que realiza montañismo como uno de sus pasatiempos, definió que el 29 de julio saldría para el viejo continente también con ese desafío.

Salidas a correr, bicicleta, entrenamiento aeróbico, y gimnasio, fueron parte de las actividades que durante un mes debió realizar para ponerse a punto de cara a lo que sería la hazaña de la subida.

Alejo es amante de la montaña: Mendoza, Catamarca, Río Negro, San Juan, y otros lugares de la Cordillera de los Andes fueron parte de sus recorridos, como así también Francia, Italia, y el Kilimanjaro, en Tanzania, uno de los denominados Seven Summits, los siete montes más altos del mundo. Por eso el monte en Rusia tenía algo particular: era el hecho de volver a escalar una de esas montañas que se encuentra en el lote de las más deseadas por quienes se dedican a ese deporte.

Luego de tres jornadas enteras de viaje para llegar hasta el Elbrus, comenzó el proceso de aclimatación, de adaptación a la altura, en el que Alejo fue subiendo progresivamente, día a día, hasta alcanzar los 5642 metros y hacer cumbre bajo los -25 grados centígrados de Rusia. 

“El montañismo es un deporte en el que uno compite con uno mismo, no hay rival. La motivación de cada uno siempre es distinta a la de otro montañista. En lo personal, me sirve muchísimo para cortar la rutina y salir de la ciudad, conectarse con uno mismo y con la naturaleza. De la montaña siempre se vuelve con un nuevo aprendizaje, independientemente de hacer cumbre o no”, reflexiona Alejo, en diálogo con Que Pasa, y recuerda su viaje al Aconcagua, otra de los siete sitios más altos, donde no pudo llegar a la cima ya que las situaciones climatológicas se lo impidieron.

La primera de las siete cumbres para Alejo: El Kilimanjaro, en Tanzania.

En ese sentido cuenta que, ahora, “la idea es seguir escalando, algo que permite conocer distintas culturas, distintos países, eso siempre estuvo presente también en los viajes que pude hacer”.

“Tengo la cabeza abierta a las oportunidades, y a los grupos que se vayan dando para poder viajar con amigos. Seguramente surjan posibilidades, y la energía está puesta en poder aprovecharlas. Siempre que haya una montaña, me dan ganar de emprender ese viaje, así que espero que sea pronto. Veremos cuál será el próximo destino”, cierra Alejo.