La perpetua felicidad de un ex sacerdote homosexual

Suena el celular, la legendaria música de la película Rocky entra como banda sonora en esta historia. Mientras Andrés Gioeni atiende el llamado, el paralelismo del relato y la música coinciden en la palabra luchador. Frente a un ex sacerdote homosexual y la noticia de su casamiento, el 7 de marzo, la figura de Santa Perpetua y Felicidad en ese día no parece ser de casualidad.
Aún con tonada mendocina, Andrés vive hace dos años en San Isidro y comparte su vida con su futuro esposo Luis, en la Ciudad de Martínez. Hombre de una profunda Fe desinstitucionalizada, dice haber encontrado una nueva misión que concreta con la publicación de libros, para generar un puente frente a la impuesta contradicción de seguir siendo cristiano y al mismo tiempo ejercer la libertad de elección sexual. Adelanta que el próximo será de distribución gratuita.
Por los pasillos del barrio La Favorita de Mendoza, descubrió su vocación sacerdotal. La negativa del sacerdote del lugar de ir al barrio y la arenga de su obispo, lo llevaron a enfrentarse con la posibilidad de convertirse en cura. La vocación social le mostró su vocación religiosa, esa misma que lo expulsó cuando descubrió su vocación personal.
Así fue como en 1991 entró en el seminario Arquidiocesano “Nuestra Señora del Rosario”, se recibió de Profesor Superior de Filosofía y Teología, y se ordenó como Sacerdote para la Diócesis de Mendoza. Tras recibirse, fue nombrado director de la Junta de Catequesis y el Instituto de formación para catequistas.
Diez años después, en julio del convulsionado 2001 viajó a Buenos Aires para comenzar una nueva vida tras asumir su homosexualidad. Lejos de la Iglesia, se dedicó a perfeccionar su lado artístico y de escritor.
“Hace 12 años que deje el ministerio y no por haberlo dejado me voy a recluir a vivir en el anonimato o escondiéndome por haber dejado el sacerdocio. La verdad que rehice mi vida y con todas las letras. Asumiendo quien soy, lo que soy, mi pasado, mi presente y mi futuro”, sentencia Gioeni al empezar la entrevista.
“Para mi fue bastante traumática mi salida del sacerdocio por el hecho de haber descubierto progresivamente lo que me iba pasando, y no tenerlo claro, para mi fue muy fuerte por la formación que había recibido en la Iglesia, como muy cuadrada y muy homofóbica; y también de haber venido de una familia muy machista.”
“Después me di cuenta que cuando pude transparentar y decir realmente porque razón había salido de la Iglesia, vi como muchos en lugar de hacer lo que Jesús hubiera hecho, se abrieron totalmente, en lugar de salir a buscar la oveja perdida o  a curar al leproso, lo primero que hicieron fue poco más que echarme lo más lejos posible de ellos, no vaya ser cosa que se contagiaran.”

“Siento bronca porque muchos católicos todavía le hacen decir a Dios cosas que no dice, me da bronca que pongan en boca de Dios sentencias que no tienen las agallas de decir por si mismos.”

Otro hijo de Dios
“Tengo mucha esperanza de una apertura en la Iglesia, la figura de Francisco con su testimonio, con su carisma, me parece que ya es un cambio importantísimo. Me gusta también el proceso de renovación que él impulsa, pero también entiendo que en esa tarea hay muchísimos otros intereses influyentes dentro de la Iglesia, y no va a ser tan fácil que el cambio se de ya.”
Por eso debe ser que le escribió dos cartas al nuevo Papa, una en julio y la otra en septiembre del año pasado. En la primera le solicita una apertura para que la Iglesia contenga a las personas homosexuales y no las expulse. En la segunda, insiste para que “incentive, estimule, promueva y acompañe a aquellos teólogos que se atreven a profundizar en la Teología moral sexual acerca del lugar y la experiencia de la persona homosexual”. Todavía sus palabras esperan una respuesta que confía que va a llegar.
                                                                               
Apuesta a una renovación y a una pronta elección del celibato para religiosos heterosexuales, aunque sabe que para los homosexuales va a tardar mucho más tiempo. Tiene esperanzas en el Papa argentino, con su fe intacta, en las firma de esas cartas lo reafirma, se define no mucho más que “otro hijo de Dios”.
Anuncio, Casamiento y Causalidad
Ese día esperado iba a ser hace un año, fue pospuesto, la fecha elegida ya no estaba disponible, entonces buscaron el fin de semana más cercano. Anunciado y confirmado, Andrés y su novio se casan el viernes 7 de marzo en el registro civil de Martínez.
“Lo vivimos con mucha intensidad por la cantidad de gente, tanto familiares como amigos, que nos brinda su apoyo y que lo ven como algo positivo. Y estamos convulsionados por el revuelo de medios desde que lo anunciamos. Pero sabemos que eso es bueno porque hay gente que se identifica y la ayuda a descubrir que se puede, que el amor es posible vivirlo.”
Pasado el anuncio, una particular casualidad aparece como una verdadera causalidad. No sólo que el 7 de marzo ellos pasan a ser un matrimonio por ley, sino que esa fecha es el día de dos mártires católicas que comparten santidad. Santa Perpetua y Felicidad, fueron dos mujeres santificadas juntas que hoy son el símbolo del amor entre dos personas del mismo sexo.
“Una fe madura es la que no pide permiso”
El sacerdote interno de Andrés recuerda una frase del teólogo Leonado Boff, al aconsejar a esas personas que siendo homosexuales quieren seguir perteneciendo a la Iglesia: “Una fe madura es la que no pide permiso”. “Estoy convencido que se puede ser cristiano y homosexual, y ejercer la homosexualidad, sin morir en el intento”, afirma.
Ex sacerdote, artista, escritor, defensor de la religiosidad sin importar la elección sexual. Paso de ser un referente para una comunidad a un paria al cual había que expulsarlo. Comparte felicitaciones con descalificaciones. Andrés Gioeni, quiere y le discute a ese mundo que no lo acepta. Al conocerlo me recuerda a un luchador, tanto como el ringtone de su celular.