Yamir Antiman, el rapero y poeta que comparte desde una cárcel la música que produce con un celular, asegura a que su deseo es "romper con el paradigma de la cultura tumbera" y ayudar a que "otros encuentren en el arte la libertad" que él encontró en el último tiempo.
El músico oriundo de Boulogne, partido de San Isidro, compartió su historia con la música y el origen de esas primeras sesiones con las que llamó la atención del líder de Damas Gratis y se dio a conocer como un poeta que busca ser una bandera y "contagiar con su música a todos los pabellones" del país, desde donde recibe saludos en sus redes sociales y cosecha el principal núcleo de seguidores que se extiende hacia afuera de los muros por la zona norte de la provincia.
Desde un penal de máxima seguridad en Campana, donde a partir de la llegada de la pandemia y de pagar el precio de no poder seguir recibiendo visitas, fue recompensado con el uso de un celular: su principal instrumento y herramienta para la producción musical con la que empezó a secuenciar sus primeros ritmos y a expresarse con "sentimientos puros y sinceros" para hacerle frente a la incertidumbre que reinaba entre los internos por el riesgo de que el coronavirus se propagara por las cárceles: "Estábamos a una decisión de hacer una locura y de tener una matanza adentro".
"Pensábamos que los policías iban a ser los autores de que entre el virus a la cárcel. Se vivía en un clima así, todo el tiempo, todo el día y a toda hora", narró el rapero sobre aquellas sensaciones que lo llevaron a inventarse una terapia basada en la música y la escritura para ayudar a liberar el "impacto de la pandemia en la consciencia y en la vida real que se vivía en aquellos momentos de locura y euforia cuando no sabíamos si iba a haber un motín, o si nos íbamos a matar entre todos".
Fue así como Antiman, relacionado desde siempre con la música y con familiares músicos como su papá folklorista y una hermana cantante que había colaborado con Leo Mattioli- es que se inspiró a seguir sus pasos: así nació su primera incursión en el género urbano, con la salida de su debut discográfico "Vida" y por el que sufriera el castigo y el "verdugueo" del sistema penitenciario por haber filmado el video de "No tengo contrato" en el Pabellón 4 junto a otros presos.
"Lo único que hacía era escuchar música y empezar a destrabarme con la escritura, tratando de no ver noticieros y sin querer enterarme de lo que pasaba afuera del pabellón. Y empecé a meter mano y a depositar toda mi energía en la música que fue el único remedio que encontré para distraerme. Me metí adentro del celular, con una aplicación que secuencia ritmos, grabando las voces con el micrófono del teléfono en mi celda que había acustizado con frazadas", narró.
El sanisidrense aseguró que "desde muy chico que sentía la necesidad de expresar lo que sentía y lo que veía. Hoy encontré cómo hacerlo a través de la música y de algo que me sale fácil y natural que es el rap. Estoy encarando todo esto de una manera profesional y de forma independiente, porque es algo a lo que yo quiero dedicarme en un futuro. Quiero vivir de la música como el artista que me considero que soy, llegar a estar entre los más escuchados siendo yo un artista que desde una celda graba música con un celular. Mi sueño es vivir de la música, porque me encanta lo que hago y lo hago con corazón y sentimiento. Es el camino que me propuse y que tengo pensado para cuando recupere la libertad: tener un porvenir, un medio y un plan de vida a la vez".
"Mi deseo es contagiar al detenido, llegar a los pabellones donde se escucha música a full. Me mandan videos y saludos de todos lados. Tengo invitaciones de otros detenidos que quieren grabar temas conmigo. Otros que me preguntan cómo hice yo, y entonces les voy compartiendo las formas que yo utilicé para grabarme y el recorrido que hice para que ellos también puedan empezar. Hay algunos que pintan, otros que hacen teatro y algunos que hacen música. Yo quiero ser un ejemplo para que ellos puedan romper con el paradigma de la cultura tumbera y que puedan encontrar en el arte esa libertad que encontré yo, tanto en la música como en el cine y la literatura, que también son muy importantes para mí", admitió.
Por último, Antiman contó como fue recibido en el sistema penitenciario sus canciones sobre las injusticias que vive: "Apenas llegué a esta unidad en La Plata me pidieron el traslado inventando una problemática interina y el juzgado lo rechazó. Del penal de San Martín me sacaron con lo puesto, casi desnudo, sólo con un short y por orden de la jefatura. Después me llevaron a Sierra Chica donde me secuestraron prácticamente. No me dejaron usar ni la ducha, ni salir al patio, ni utilizar el teléfono público. Mi familia y amigos con mi abogada hicieron un despliegue enorme y lograron mi traslado a un penal más cerca de mi domicilio. El detenido, se quiera o no, algún día va a recuperar su libertad. Por eso es importante que el sistema deje crear rencor y resentimiento entre los pibes que sueltan y que son esta especie de anomalía que el sistema crea y manda a la calle. Además de hacer música, acá hay un episodio verdadero de nostalgia, soledad, sufrimiento, pero también de fortaleza y de fuerza de espíritu. Hacer música me demanda sacrificios como estar en una celda depósito, algo que yo elegí para terminar de grabar este segundo álbum y porque tengo mi objetivo claro: lograr algo que rompa con lo que se conocía del preso funcional a la cultura tumbera. Yo quiero cambiar la dirección de todo esto, hermano".
Fuente: Agencia Télam.