Carlos Leeb: “Cuando dirigí a Chacarita mi sueldo era para la comida y la nafta”

El ex goleador e ídolo del Funebrero habló en exclusiva con Solo Chaca a través de un vivo de Instagram, y se refirió a sus momentos en el club tanto como jugador y como director técnico.

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Si hay una persona que marcó momentos en Chacarita fue Carlos Leeb, tanto por sus goles como por su relación con el simpatizante, que hasta el día de hoy se mantiene muy sólida.

El Gato comenzó a meterse en el corazón del hincha cuando logró el ascenso con el Tricolor en la temporada de la Primera B Metropolitana 1993/1994 venciendo a Tigre en la final, con él siendo goleador indiscutido del torneo. Sobre aquel trofeo, remarcó que “fue inolvidable. La peleamos mucho. Ganamos el Apertura y no ganamos el Clausura por diferencia de goles. Hubiese sido lo más justo que ascendamos directamente, pero lo importante es que nos hicimos con el objetivo”.

Asimismo, recordó aquel encuentro en Jujuy un año antes, que dejó a Chaca en la antesala del ascenso a la B Nacional: “Nosotros veníamos de perder una final contra Gimnasia. El vestuario en esa tarde fue muy duro. Por eso teníamos la obligación de ascender a la temporada siguiente y por suerte lo hicimos”.

A pesar de su carrera a puro gol, la vida de Leeb no siempre fue del todo sencilla. A la postre de su paso a préstamo por Estudiantes de La Plata, el oriundo de Lanús arribó al Funebrero a falta de fútbol y tras una dura operación de la columna. Y, en relación a ello expresó: “Yo llegué a Chaca en un momento muy malo de mi carrera. Venía jugando poco y con varias operaciones. Siempre digo que en Chacarita resurgí. Cuando me decidí firmar, el equipo estaba armado prácticamente, pero con humildad y con la cabeza gacha me gané un lugar”.

Posteriormente, en el instante en que fue consultado sobre cuál fue el tanto que hizo en el Funebrero que jamás olvidará, el Gato no dudó: “El gol que le hice a Gimnasia y Tiro de Salta fue muy especial y en un momento muy especial. Venía de una lesión terrible y de una operación en la que casi me cortan la pata. Lo grité con todo y fui a festejarlo al alambrado con la gente. Muchos se pusieron a llorar y yo también. Fue inolvidable”.

La historia entre el delantero y el Funebrero no iba a terminar dentro del campo de juego en el 1997, sino que estaba destinada a continuar en 2013, con él a un costado de la línea de cal y sentado con el buzo puesto en el banco de los suplentes. En aquel año, la entidad de San Martín se encontraba naufragando en la Primera B Metropolitana y con una economía fundida. Por ello, el ex Banfield atinó: “Cuando dirigí a Chacarita mi sueldo era para la comida y la nafta. Llegué, firmé por un año, pero a los dos meses renové por dos años más. El proyecto era promover a los chicos y hacer lío en el campeonato. El presupuesto del plantel era muy pobre y trajimos lo que pudimos”. Más allá que el contexto del club era totalmente desfavorable, revivió los buenos momentos que hubo en aquel torneo: “A Nueva Chicago que fue el campeón lo vencimos tres veces, el clásico a Atlanta que ganamos en Villa Crespo también fue muy lindo”.

Por último, rememoró con mucha emoción el Apertura 2015 que alzó con el Sport Boys de Bolivia diciendo que “en ese campeonato nosotros fuimos para pelear el descenso. Ni bien llegué le dije al presidente que teníamos que armar un plantel nuevo. Sacamos e incorporamos más de ocho futbolistas. Era un equipo muy duro, agresivo y que presionaba. Los primeros tres partidos los jugamos en la altura, contra los grandes y los ganamos. Peleamos el torneo con Bolívar cabeza a cabeza y por suerte, en la última fecha logramos el título”.