Tras la muerte del papa Francisco, ocurrida este lunes a los 88 años, el Vaticano se encuentra oficialmente en “sede vacante” y ha comenzado el protocolo ritual para la despedida del Sumo Pontífice. Aunque aún no se confirmó la fecha y hora del funeral, ya están definidos los pasos que seguirán las exequias, de acuerdo con las normas establecidas por la Santa Sede y actualizadas por el propio papa antes de su fallecimiento.
Los rituales fúnebres incluyen tres estaciones tradicionales: en la casa del papa fallecido, en la basílica vaticana y en el lugar de sepultura. Los primeros pasos contemplan la confirmación formal del deceso en su residencia, la destrucción del anillo y del sello papal, y el traslado del féretro a la Basílica de San Pedro para ser expuesto ante los fieles.
La misa exequial debe celebrarse entre el cuarto y sexto día tras la muerte. Posteriormente se inicia el período de “novendiali”, nueve días de luto oficial. Durante ese tiempo, los cardenales de todo el mundo llegarán a Roma para participar del cónclave en el que se elegirá al nuevo papa. Este proceso debe comenzar entre 15 y 20 días después del fallecimiento, aunque puede adelantarse si hay consenso entre los cardenales.
Antes de su muerte, el papa Francisco introdujo modificaciones significativas en el rito de despedida, con el objetivo de simplificarlo y acercarlo a los fieles. El 20 de noviembre de 2024, el Vaticano publicó una nueva edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, el libro litúrgico que regula las exequias papales. Entre los cambios dispuestos, se eliminó el uso del catafalco —la plataforma elevada donde se colocaba el cuerpo del papa—, y se estableció que el féretro sea de madera con interior de zinc, en lugar del sistema tradicional de tres ataúdes (ciprés, plomo y roble).
Otro cambio sustancial es el lugar de sepultura. Francisco pidió ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, y no en San Pedro, como marca la tradición. Se trata de una de las cuatro basílicas papales de Roma, donde se encuentra la imagen de la Virgen Salus Populi Romani, a quien el papa tenía profunda devoción. En entrevistas previas, incluso había contado que solía visitarla en privado cada vez que estaba en Roma, antes y después de ser elegido pontífice.
“Es mi gran devoción”, expresó en 2023 en una entrevista, donde también adelantó con humor que había reformado el ritual de despedida: “Lo simplificamos bastante... El ritual lo estreno yo”.