Joaquín Molina escribió a Espacio Vecino, la sección de QuePasa donde los ciudadanos acercan los temas de su barrio y pueden publicarlos en la web. Según cuenta, se encontraba con un grupo de docentes cenando en el Colegio Santa Isabel el sábado alrededor de las 23 horas, en la calle Diego Palma entre Garibaldi y Alberti, San Isidro, cuando escuchó los gritos de un joven que estaba siendo reducido por dos policías. "Preocupados por la intensidad de los gritos, bajamos a la calle a ver qué estaba pasando. Eramos 7 personas, fuimos todos juntos", explica Joaquín.
El relato de Molina fue enviado a la redacción del medio, y continúa de la siguiente manera:
"Una vez abajo, nos encontramos en la puerta del colegio con un joven muy nervioso, siendo reducido de manera violenta por dos policías (un masculino y un femenino). Entre los dos lo reducían (él se resistía e insultaba) y ella le pegaba cachetadas al grito de 'La concha de tu madre, ya te voy a dar, ¿qué me querés pegar a mí?'. El joven contestaba que nunca le quiso pegar a la oficial. Preguntamos por qué lo estaban reduciendo de manera tan violenta mientras filmábamos el hecho y la primera respuesta del policía fue amenazarnos diciendo "seguí filmando y te llevo a la comisaría". Según vecinos que estaban asomados en los balcones frente al colegio, el joven nunca le quiso pegar a la policía. Entre el nerviosismo y tensión de la situación, el policía masculino se defiende diciendo: 'Cuando llegamos el joven avanzó insultando y haciendo gestos hacia la policía". Esto es desmentido por los vecinos testigos del hecho, quienes nos contaron que lo detuvieron por andar caminando con la capucha puesta.
Finalmente, al sentirse presionados por nuestra presencia, la pareja de policías llamó a refuerzos. Llegaron 3 móviles más y entre los 4 móviles se lo llevaron a la comisaría. Lamentablemente no sabemos a cuál ni llegamos a preguntar al joven cuál era su nombre.
Más allá de si cometió o no un ilícito, lo cual no nos queda claro y confiamos en la versión de otros vecinos que fueron testigos, el nivel de violencia con que lo redujeron y con que nos trataron a nosotros es inaceptable. Amenazarnos por filmarlos haciendo su trabajo (aunque lo hicieran de manera pésima) habla del avasallamiento con que se manejan sobre la ciudadanía y de la conciencia que tienen de que actúan abusando de su autoridad, ¿qué problema tendrían de ser filmados si no estuviesen excediéndose en sus funciones?
Los policías nunca dan explicaciones claras de por qué detienen al joven, nos gritan y amenazan a nosotros que somos ciudadanos ejerciendo nuestro legítimo derecho a preguntar qué está sucediendo, siempre más dispuestos a confrontar con nosotros que a darnos las explicaciones que como ciudadanos nos corresponde exigir. No sabemos qué pasó finalmente con el joven, pero sí que la sensación que nos deja es amarga, no solo de tristeza sino de miedo. ¿Acaso es delito caminar por la calle con la capucha puesta? ¿Acaso no tenemos derecho a filmar a las fuerzas de seguridad cuando actúan en la vía publica? ¿No son ellos los que tienen que darnos explicaciones a nosotros sobre su accionar?
Estos hechos son moneda corriente, y es muy preocupante la creciente impunidad con la que están manejándose tanto la policía como las demás fuerzas en la Argentina."
Otro vecino, perteneciente al grupo de docentes que se encontraba en la cena, también se comunicó con QuePasa por la misma situación y asegura haber hecho la correspondiente denuncia telefónica en el Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires.