Este jueves, la jueza Sandra Arroyo Salgado, a cargo de la investigación, toma nuevas medidas para determinar las causas que provocaron que el avión siga de largo de la pista del aeropuerto de San Fernando y termine en el barrio que se encuentra a 200 metros de su cabecera, donde fallecieron el piloto y el copiloto tras una explosión en la aeronave.
Los cuerpos de las víctimas, el piloto Martín Fernández Loza y el copiloto Agustín Oforte, fueron retirados de la cabina en la noche del miércoles y se dispuso su traslado a la morgue, en donde les realizarán la autopsia. Los resultados serán pertinentes para dilucidar si alguno de ellos sufrió algún problema de salud previo a que se estrellara la nave.
La evaluación preliminar realizada por el personal de la Policía Federal planteó la posibilidad de que ambos hayan muerto por una asfixia provocada por la inhalación del monóxido de carbono que se acumuló en el interior del avión.
Por otra parte, las autoridades advirtieron sobre el peligro de derrumbe de la propiedad afectada y anticiparon que se inició un operativo de seguridad para demolerla este jueves. De forma simultánea, se dispuso que los efectivos de la fuerza de seguridad monten una guardia para custodiar la intersección entre las calles José Terry y Charlín, zona en la que se encuentra el domicilio que frenó el despiste del avión.
A pesar de que el choque no provocó que la construcción se derrumbara, alertaron que la estructura quedó agrietada y presentaría un riesgo de derrumbe inminente para los habitantes del domicilio.
Fuentes del Municipio informaron a QUE PASA que el proceso de demolición comenzó este jueves y que se realizará sólo en una de las casas. La familia se encuentra asistida desde anoche y momentáneamente en una sociedad de fomento, donde se le brinda contención, asistencia médica, alojamiento y las comidas del día.