Corría el año 1959, en el mes de octubre, cuando fue aprobado el plan de Fiat para la producción de los automóviles Fiat 600 en Argentina. La firma italiana se instaló en un rincón de la localidad de Caseros, donde construyó su complejo industrial, para luego hacer lo mismo en las de Ciudad Jardín y Villa Bosch, de donde salió en abril del '60 el primer “fitito” argentino, fabricándose 1968 unidades y, más adelante en el tiempo, 2259 del Fiat 1100, su evolución de cuatro puertas.
Pero la instalación de la firma no sólo implicó alimentar al rubro automotriz, sino también al gastronómico. Es que, por aquellos tiempos, los obreros y los empleados de las fábricas automotrices que finalizaban su jornada laboral en horas del mediodía salían a almorzar por la zona, para luego regresar rápidamente a sus obligaciones. El lugar preferido eran los bares “al paso”, esos en donde te comés un sanguche, una picada o hamburguesa, que cuando la pedís solamente te la tienen que calentar porque ya está preparada.
Fue así que, en ese contexto de “boom comercial” que generó la llegada de la empresa a Caseros nacieron decenas de emprendimientos gastronómicos pensados justamente para esa necesidad. Uno de ellos fue Copetín Fiat, emplazado desde 1965 en la intersección de Wenceslao de Tata y Cervantes. Su nombre no posee demasiadas aristas: Copetín por los bares que estaban de moda por aquella época, y Fiat por la marca automotriz que al tiempo fue expandiéndose por todo el territorio argentino.
Cincuenta y siete años después, 23 presidentes, dos dictaduras, una guerra, varias crisis económicas y una pandemia, el local continúa firme alimentando ahora no sólo a los empleados de las fábricas linderas al lugar, sino también a un nuevo público, más joven, que ve un producto en Instagram, le gusta y cuando tiene tiempo va para el cruce de Cervantes y Tata a comprarlo. El comercio ahora es atendido por Gregorio Papaianni, hijo de Antonio, quien en 1968 empezó a tomar las riendas del asunto y a hacerse cargo del bar.
Cuenta Gregorio a QUE PASA que “el local es una propiedad del tío de mi viejo, inmigrante italiano, que estaba construyendo su casa ahí. Abrió un almacén de barrio y al poco tiempo al lado puso un bar, el cual lo empezó a manejar mi papá tres años después, cuando tenía 18. A partir de ahí empezó esta historia de darle de comer a los obreros, aunque en la última época, hace 20 o 30 años, ya eran más empleados”. Para él, Copetín Fiat se transformó en un lugar como esos que hay en el centro, en los que la gente va a almorzar después de trabajar.
Copetín Fiat es una marca propia en Tres de Febrero y en gran parte de la zona oeste del conurbano bonaerense. Tanto que, en octubre pasado, resultó nombrado como Bar Notable por ese Municipio encabezado por el intendente Diego Valenzuela quien, según precisa Gregorio, acudió en varias ocasiones a visitar el lugar.
El copetín abrió por primera vez con su nombre instalado en el vidrio. Sin embargo, con los años éste comenzó a borrarse, provocando que la gente deje de identificarlo directamente con la automotriz italiana para hacerlo con “El Bar de Tony”.
“La gente lo asemejaba con Tony, por mi viejo. Pero cuando vino el aniversario de los 50 años lo refloté. Hice unos vinilos para pegar en los espejos y en los vidrios de las puertas y ahí el nombre quedó resucitado de nuevo”, narra a este medio Gregorio, hoy la principal cara visible del comercio. Incluso por este local dejó a un costado la carrera de Derecho, ya que pese a recibirse de abogado, nunca ejerció la profesión para dedicarse de lleno a la gastronomía, que indudablemente la lleva en la sangre.
Y si de gastronomía hablamos, debemos hacer referencia a la de Copetín Fiat, que en un comienzo se basaba prácticamente en una sandwichería. Había hamburguesas, milanesas y ságuches de fiambre. Salvo excepciones, no había comida para consumir al plato. La cuestión era salir de trabajar, ir al local, tomar y comer algo rapidito para volver recargado y con todas las pilas al ruedo. También allí dentro funcionaba un pequeño kiosco que ofrecía golosinas, cigarrillos y helados.
La preparación de las comidas se realizaba no en el lugar sino en la casa de Gregorio. Aunque esto último cambió hace aproximadamente dos décadas, cuando instalaron una cocina en el interior del bar. “Ahí cambió un poco la temática. Si bien siempre fue un comercio con una propuesta 'de mostrador', hoy con el cambio de público seguimos manteniendo eso, el que viene come y se lleva. Esto viene a ser una especie de 'rotisería con mesas'”, dice Papaianni.
“La gastronomía acá es bastante ecléctica. En algún momento hacemos algún postre que tiene que ver con lo italiano, francés o yanqui, pero Copetín Fiat tiene esa connotación de tener esa propuesta selecta”, agrega.
Esa variante respecto al público que el entrevistado hace referencia se debe pura y exclusivamente a la pandemia del Covid-19. Afortunadamente Copetín Fiat, a diferencia de miles de comercios gastronómicos de la Argentina, no sufrió demasiado el arribo del virus y las restricciones que imperaron por gran parte del 2020. “Nunca cerramos del todo, pudimos seguir trabajando. Lo único que nos cambió fue que cerramos las puertas y atendíamos por una antigua ventanita”, expone.
“Sí lo que pasó fue que el público de empleados de la automotriz dejó de venir y en sus lugares comenzó a acercarse gente que estaba con otros horarios, otra disponibilidad y de otros lugares, que veían el comercio en las redes. Cambió la búsqueda de la clientela y las tendencias”, añade en ese sentido.
Y al final de cuentas este cambio trajo consigo la innovación, teniendo el nombre de Sándwich Comprimido, una de las especialidades de Copetín Fiat que lleva pan, jamón crudo, queso y fetas de dulce de batata. Gregorio nos cuenta que ese producto “era una mitología de los primeros años, que a mi viejo se le ocurrió un día contármelo cuando era chico. Pero nunca tuvimos la oportunidad de tirarlo al mostrador porque el público de aquella época estaba acostumbrado a otra cosa. Pero con las redes y la nueva clientela que tiene ganas de probar algo distinto, agarré y dije 'por qué no'. Lo preparé y hoy está siendo furor”.
El mantenerse y la versatilidad fueron los principales factores de la consagración de Copetín Fiat, que en octubre del 2021 recibió el “broche de oro”, cuando fue nombrado “Bar Notable” por el Municipio de Tres de Febrero. Emocionado, Gregorio finaliza: “Es un lindo reconocimiento por todo el tiempo que estuvo el negocio activo y dando de comer”.
Atienden de lunes a viernes de 8 a 15 horas. Está cerrado los fines de semanas y feriados, y también se los puede visitar en su cuenta de Instagram (INGRESAR ACÁ).
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