Los niños y las piletas: cómo prevenir accidentes y disfrutar del agua

Con el verano llega el momento de disfrutar del agua, pero también de extremar los cuidados. Supervisión activa, adecuación de los espacios y educación son claves para prevenir accidentes en piletas.

Con el calor del verano, las piletas se convierten en el escenario favorito de muchas familias. Para los niños, representan diversión y exploración, pero también pueden ser un espacio de riesgos si no se toman las precauciones adecuadas. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ahogamiento es la segunda causa de muerte por traumatismos no intencionales en niños y adolescentes, lo que subraya la necesidad de adoptar medidas preventivas​.

Desde la supervisión activa hasta la adecuación del entorno y la preparación para emergencias, este artículo reúne las principales recomendaciones para que el agua sea sinónimo de disfrute y no de peligro.

Supervisión activa: el pilar de la seguridad

La supervisión constante y organizada es la medida más importante para prevenir accidentes. Según la Sociedad Argentina de Pediatría, muchos ahogamientos ocurren incluso cuando hay adultos presentes, pero sin un sistema de vigilancia clara​.

En este sentido, la regla del 10/20 se presenta como una herramienta útil: observar el agua cada 10 segundos y asegurarse de estar a una distancia que permita intervenir en un máximo de 20 segundos. Este enfoque es particularmente efectivo cuando hay varios niños jugando en la pileta​.

Para niños que no saben nadar, el uso de chalecos salvavidas homologados es una medida complementaria que aporta seguridad adicional. Estos dispositivos deben estar adaptados al peso y tamaño del niño, y contar con broches seguros y una correa en la zona inguinal para garantizar un ajuste adecuado. Sin embargo, es fundamental recordar que ningún dispositivo de flotación sustituye la necesidad de una supervisión activa por parte de un adulto​

En reuniones familiares o situaciones con muchos adultos, puede parecer que todos están atentos, pero esta dispersión de responsabilidad aumenta los riesgos. La frase "cuando todos cuidan, nadie cuida" describe perfectamente este problema. Designar a un "supervisor del agua", una persona encargada exclusivamente de vigilar a los niños, es clave. Este rol puede rotarse entre los presentes, permitiendo que todos disfruten mientras la seguridad está garantizada​​.

El adulto responsable debe evitar distracciones como:

  • Uso de celulares u otros dispositivos electrónicos.
  • Leer, cocinar o realizar actividades que desvíen la atención.
  • Participar en conversaciones largas o alejarse del área de la pileta.

En el caso de niños pequeños o que no saben nadar, es fundamental mantenerse a un brazo de distancia para garantizar una respuesta inmediata si ocurre un incidente​.

Educación y respeto al agua

La educación de los niños es un componente fundamental para prevenir accidentes. Es importante enseñarles a:

  • Avisar a un adulto si ven a alguien en peligro.
  • Evitar conductas riesgosas, como correr cerca del agua o empujar a otros.
  • Respetar las normas de seguridad y las indicaciones de los guardavidas​​.

Promover que los niños aprendan a nadar desde temprana edad también es crucial. Según la Academia Estadounidense de Pediatría, las clases de natación pueden iniciarse a partir de los 12 meses, siempre adaptadas a las necesidades del niño y dictadas por instructores calificados. Aunque aprender a nadar no elimina los riesgos, sí les otorga herramientas para desenvolverse con mayor confianza en el agua​.

Adecuación de las piletas: entornos diseñados para la seguridad

Un entorno bien adaptado puede prevenir accidentes antes de que ocurran. Los cercos perimetrales son indispensables para evitar que los niños accedan al agua sin supervisión. Estos deben:

  • Rodear completamente la pileta.
  • Tener una altura mínima de 1,20 metros.
  • Contar con barrotes separados por no más de 10-15 centímetros para impedir el paso de la cabeza de un niño.
  • Incluir puertas con cierre automático y traba que no puedan abrir​​.

Es importante mantener la zona libre de objetos como mesas o sillas, que los niños podrían usar para trepar​.

Los pisos y bordes de las piletas deben ser de material antideslizante, reduciendo el riesgo de resbalones y caídas. También se recomienda cubrir los desagües con rejillas homologadas para evitar atrapamientos​.

En el caso de piletas inflables o desarmables, estas deben vaciarse y guardarse tras cada uso si no cuentan con cercos seguros. Retirar juguetes flotantes después de su uso también ayuda a evitar que los niños intenten acercarse al agua sin supervisión​​.

Cómo actuar en caso de accidente

Aunque se tomen todas las precauciones, es importante estar preparado para responder rápidamente si ocurre un accidente. Ante un ahogamiento, los pasos recomendados son:

  1. Retirar al niño del agua de inmediato.
  2. Solicitar ayuda profesional llamando a emergencias.
  3. Evaluar la respiración:
    • Si respira, colocarlo de lado para evitar aspiración.
    • Si no respira, iniciar maniobras de RCP​​.

La reanimación cardiopulmonar (RCP) es una habilidad esencial. Todos los cuidadores deberían aprenderla a través de capacitaciones ofrecidas por instituciones como la Cruz Roja. Es importante no intentar extraer agua del estómago, ya que esto podría empeorar la situación​​.

Incluso si el niño parece estar bien, debe ser llevado al centro médico más cercano para una evaluación completa, ya que pueden presentarse complicaciones posteriores como neumonía por aspiración​.


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