El 7 de diciembre de 2009, un hecho conmocionó a la comunidad de zona norte, y en particular a los vecinos de Martínez: el incendio del emblemático Cine Teatro Bristol. Hoy se cumplen 10 años de la pérdida de un icono de la cultura local.
Faltaba poco menos de media hora para que se hicieran las dos de la tarde ese lunes, cuando sonó la alarma de incendio del Bristol, y el muchacho que trabajaba en el sector de mantenimiento habló con la dueña de la sala, y le contó que el cine se incendiaba.
Los bomberos se hicieron presentes en avenida Santa Fe 1861 con velocidad, y pudieron lograr que el voraz fuego no se propagara a espacios linderos, aunque el interior de la sala se consumía entre las llamas.
“Se consumió, literalmente. No dio a tiempo a hacer mucho más de lo que hicimos. Ni bien entramos agarró el telón, prendió un lateral y todas las butacas”, rememora Daniel Gallego en diálogo con QUE PASA, por entonces integrante del cuartel, y hoy jefe del cuerpo de Bomberos Voluntarios de San Isidro.
La gente que pasaba por las cercanías del cine comenzó a congregarse en sus alrededores y a relatar momentos vividos en ese pedazo de historia que se llevaba el espeso humo negro.
“Fueron varias horas para extinguirlo, terminamos cerca de la noche”, dice Gallego. Al lugar, asistieron ocho dotaciones de bomberos que llegaron desde San Isidro, Vicente López, Villa Ballester y San Fernando.
El incendio que se habría originado por un cortocircuito (bomberos dicen que al día de hoy desconocen las causas) no provocó heridos, pero las pérdidas materiales fueron enormes, y las históricas mucho más, si se tiene en cuenta que fueron 62 años para la sala donde se presentaron Julio Bocca, Maximiliano Guerra la orquesta del Colón , la Sinfónica de Moscú, Charly García, el Flaco Spinetta, China Zorrilla, Alfredo Alcón y Sandro entre tantos. En el último tiempo ya había dejado de funcionar como cine y sólo se presentaban obras teatrales.
Don Ido Bentivogli fundó tanto el Astro (1933) como el Bristol (1947), ubicados uno en frente del otro. Bentivogli fue un sastre, que contrajo matrimonio con Irma Camuyrano y sus tres hijos Inés Lidia, María Cristina y Carlos Alberto, fueron los herederos. Carlos Alberto quedó con la dirección del Astro y María Cristina con el Bristol.
Una semana más tarde del incendio del Bristol, el Astro cerró definitivamente. Era el último cine de barrio de la región.
En estos 10 años, el edificio del Bristol destruido por las llamas quedó abandonado. Fueron muchas las especulaciones que se hicieron, hasta se llegó a afirmar que el incendio había sido intencional, porque se planeaba un gran negocio inmobiliario en el lugar. Su dueña, María Cristina Camuyrano contó en su momento que lo que cobró por el seguro de incendios no alcanzaba ni para reponer las butacas. Fueron muchos los proyectos que se tuvieron para el lugar, pero vecinos de Martínez que conocen a su dueña, una mujer mayor y sin hijos, aseguraron que nunca estuvo interesada en hacer un negocio con la propiedad.
“Ese incendio casi nos cuesta la vida”
“Estuvimos a punto de quedar unos cuantos ahí, entre ellos yo y el Jefe de Cuartel de ese momento, Alejandro Marchetti”, manifiesta Gallego, y describe cómo fue estar en ese momento que marcó un antes y un después, no sólo para la comunidad, sino también para él.
“No estaba en el cuartel en ese momento, pero me encontraba en la estación de servicio que está enfrente del Bristol, la YPF de Vicente López y Santa Fe, y escuché la sirena de la autobomba. Cuando miré hacia el cine, ví el humo saliendo por una grieta en una medianera lateral”, relata y agrega que en ese mismo momento cruzó para sumarse a trabajar en el siniestro.
Había pasado media hora desde que estaba adentro, y se veía que el techo comenzaba a ceder. “Le dije a Marchetti ´Salgamos y tirá para atrás, que se viene el techo’ pero no hubo mucho tiempo más para reaccionar”.
“Cuando cayó, la fuerza nos chupó hacia el interior de la sala, en lugar de expulsarnos. Volamos contra unas columnas, y perdí el casco. Lo primero que pensé fue en encontrar al Jefe, salí a buscarlo, y lo vi tirado en medio del fuego, entre las butacas, casi sin poder reaccionar. Lo saqué a la rastra, y volví a buscar la línea de agua que había quedado boyando sin nadie, pero todavía no había podido ponerme el equipo de respiración, entonces me empecé a asfixiar, traté de salir arrodillado, o arrastrándome, pero me desvanecí”.
El recuerdo a partir de ahí es confuso: humo entrando en los pulmones, “y una luz que se apagaba”. “Un bombero que salía corriendo del pasillo interno que comunicaba el escenario y la parte de atrás del telón me encontró, me arrastró afuera y me salvó, sino probablemente no podría estar contando esto. Ese incendio casi nos cuesta la vida a unos cuantos” cierra.