Por Gabriel Pandolfo *
Leer un diario es como tomar un depresivo. Sacude nuestra zona de atención y la conduce hacia un marco sin ningún entusiasmo. No hay nada cálido allí, sólo un oscuro rumor, y cada tanto, cuanto más frecuente mejor, un pesado golpe a todas las ilusiones. El aire enviciado, lejos de un día mejor. Sólo palabras grises, tormentas, montañas de basura.
Leer más de un diario, pueden imaginarse, deja a cualquiera como pisoteado por el trote de caballos que golpean con sus cascos nuestras frentes, nuestros pechos, nuestros pobres huesos. La única fuga posible es hacia la frivolidad, la estupidez más bizarra o la ampulosa gravedad del crítico, el oportunista de siempre, el mediocre existencial, la palabra curva, el cuello duro y la cínica parodia. Cruje la incertidumbre, la silla, el cuero de los zapatos.
Si a eso le agregamos una dosis de televisión y otra de radio... Ni hablar del Twitter, esa pasión de los tontos, esa pistola automática de la bobada.
Me decido a una excursión masoquista. Me abro camino hacia TN. Apunto a sus jinetes con el control remoto. Mientras los miro, escucho el vuelo de sus bombarderos sobre mi techo, listos a descargar sus municiones. En esa noche de lujuria, el abrazo carnal es con el Peronismo opositor. “Sus líderes, esta noche en a ‘Dos voces’... El dólar está por las nubes, y lo vamos a debatir. (...) ...de este avance del Gobierno sobre la Justicia.” Sería mejor cambiar de canal. Va a ser mejor.
En Canal 7, ‘Fútbol para Todos’. Mientras miro una jugada rústica de un duro lateral, me resuena el último título que escuché en TN: “El dólar Messi.” ¿Se puede ser tan idiota?
El partido es un embole. Doy media vuelta y regreso a TN como un adicto incurable.
-¿Fue difícil unirse? –pregunta uno de los dos nabos.
-... nosotros no somos el peronismo opositor (...) somos el peronismo –dice De Narváez. ¡¡¡Rajemos!!! Me río. Pero me quedo. Me subyuga observarlos actuar esos pasos de comedia. Aunque Hugo Moyano, dentro de todo, es sincero. Dice, palabras más, palabras menos: Mientras nos dieron bola, estábamos con el kirchnerismo. “A partir de la falta de respuesta...”
A De Narváez le hacen mantenimiento de pilas, me doy cuenta. Larga la cinta en frases compactas, comprimidas y elocuentemente vacías.
-¡Qué mejor que pensar en ese futuro de país! –dice De Narváez, refiriéndose al paraíso que promete.- El país necesita cambiar (...) Inclusive con historias de vida, pero nos une...
¿Qué los une? Como me gustaría poder hipnotizarlo y preguntarle qué es lo que realmente los une.
De la Sota, con su look Luis XV, interviene, y dice algo cierto:
-El kirchnerismo se burocratizó (...).
Es el turno de Claudia Rucci en la calecita. Apunta y no se equivoca, porque repite una frase trillada:
-Yo creo que ayer cometieron el peor de los delitos: negar la inflación –dice. Al decir ayer se refiere al día en que se anunció el nuevo blanqueo de capitales.
Necesito tomar aire, ver algo vivo, celebrar el milagro del ahora. Pasa el último tren. ¿Dónde están todos? ¿Qué podremos aprender juntos?
Domingo bajo los árboles
El editorial de Morales Solá, como de costumbre, lo dejó a un costado. Me gusta hacer bollos con él para prender el fuego del asado. “Ante un terrorismo simbólico de Estado.” ¡Vaya título! Hipótesis insostenible sobre todo punto de vista. Si fuera cierto lo que dice en el título, no sería tan guapo de publicarlo tan suelto de cuerpo. Si algo no es, es ser un mártir de la libertad.
Fontevecchia, por su parte, anuncia en su diario por milésima vez la catástrofe. Habla de “la peste emocional” argentina que tanto parece haberlo contaminado. De paso, en su ensalada semanal, muestra su sana envidia por los estupendos hombres y mujeres que resultaron los alemanes. El lector, seguramente, haya sentido una extraña dificultad para recuperar su estado anterior a la lectura de tan edificante teorema. ¿Cómo se recupera la autoestima luego de tomar en serio, si fuera el caso, tal diagnóstico? ¿Cuál será el antídoto? ¿Quiénes serán los que se han mantenido indemnes a esa plaga?
Sigo paseando por Perfil. ¡Ah...! Pablo Marchetti ahora escribe en Perfil... ¿Es el mismo ex director de Barcelona y ex fans K, a quien Victoria Donda le ha abierto los ojos a un mundo de nuevas sensaciones? “Progresismo blue”, titula su columna. Está bien su tesis. Dice, en síntesis, que los kirchneristas se empacharon de obsecuencia y no son críticos a los desaguisados (me quedó esa palabra al escucharlo a Guillermo Moreno en “6, 7,8”, pero eso viene después, eso fue a la noche) del gobierno, porque sino “se viene la derecha”.
El sol estaba alto en el cielo, pero la temperatura era agradable. El morbo me lleva a ver Independiente-Lanús; dieron un opaco espectáculo. Vuelvo a mis asuntos. La brisa trae una monótona cortina musical hasta mí. No hay nada que pueda hacer, la cumbia viene de muy lejos, de los barrios de más allá... No tengo oído para la cultural nac&pop, me lamento. Entretanto, a pesar de la banda sonora picoteada por el canto de los pájaros, no creo que haya un lugar mejor que éste, bajo los árboles, para ver caer la tarde. Después vendrá la noche.
“¿En qué se la gastaron?”, se pregunta Lanata refiriéndose a la corrupción de moda. La platea aplaude. Algo primitivo o artificial les sale de adentro. Se ríen de chistes malísimos. Tengo la impresión de que si se lo pidieran, se echarían al suelo, cuerpo a tierra. Me aburre lo previsible, pero el disfraz del hombre gordo que hace el show, un excelente smoking, me pone en contexto. Debe soñar con un futuro en Las Vegas.
Cambio al 7. Es un proceso controlado de intoxicación de la conciencia. En pantalla aparece un tape de Marcelo Longobardi. ¡Qué afectado me resulta! Me gustaría saber quien se piensa que es. Lo qué sí sé es que a él le quedaría mucho mejor el smoking.
En el estudio de “6, 7, 8” está Moreno, el mismísimo secretario de Comercio. Tengo que admitirlo, debo estar mal de la cabeza: Moreno a mí me cae simpático.
“Veinticuatro personas jurídicas hacen el cuarenta por ciento del trigo”, dice. “El veinte por ciento de los productores son sojeros (...)” Sus datos me llevan a un camino de asociaciones que conducen a una representación del poder de la Sociedad Rural. Me entera de unas cuantas cosas. Es bastante pedagógico. Cuando se refiere a Magnetto, afirma: “Tienen las manos manchadas con sangre”. Luego explica las cuestiones más sensibles del momento, según su óptica, su punto de vista: cepo al dólar, inflación, blanqueo de capitales. Ya es suficiente por hoy, decido. Antes de apagar, escucho que dice: “Los caminos para llegar son sinuosos”. Sí, me cae bien Moreno. Debo estar para el diván.
Me olvidé de comprar el pan para las tostadas del desayuno, advierto. No me gusta salir de casa sin haber desayunado, ni siquiera a la panadería de la esquina. Tampoco es tan grave.
En la mañana del lunes veo en todos los diarios los mil y un cuentos sobre la bóveda de la residencia K. ¿Y?, me pregunto. ¡Qué raro es este estado de beligerancia que se está llevando a todo el mundo por delante! No me molesta, sólo me aburre.
De todos modos, algo me dice que sabremos quedarnos con lo bueno y tirar lo malo bien lejos; las dos cosas al mismo tiempo. Sé que entienden, no somos idiotas. ¿O sí, y les entregamos a los medios la construcción de nuestra subjetividad?
Salgamos de ese túnel oscuro y maloliente, me digo; uno se pudre si no hace nada.
Mientras tanto, el futuro nos aguarda para hacer la realidad.
*Gabriel Pandolfo es un reconocido peridista. Autor de varios libros, creó y dirigió la revista Planeta Urbano, fue jefe de redacción de la revista Noticias y actualmente dirige la Revista Q`.