El vecino de Acassuso preso que representa a los reclusos de Devoto en la negociación con el Gobierno

Guillermo Antonio Álvarez, "El concheto", era el jefe de la banda de “los nenes bien” que operaba en la zona norte del conurbano a mediados de los '90, y que en el marco del motín, fue uno de los que dialogó con las autoridades para llegar a un acuerdo por los pedidos que realizaron.

Concheto Alvarez

Tras una intensa protesta que comenzó el viernes y una mesa de diálogo que se extendió por largas horas, el sábado los reclusos de la cárcel de Devoto llegaron a un convenio con las autoridades sobre las condiciones en las que se encuentran en el lugar, en el marco de la pandemia del coronavirus y expresaron que esperan "ver los resultados pronto". Uno de los cuatro representantes que negoció ante el gobierno nacional se trata de Guillermo Antonio Álvarez, alias “El Concheto”, el jefe de la banda de “los nenes bien” que operaba en la zona norte del conurbano y vecino de la localidad de Acassuso, en el partido de San Isidro.

Álvarez estuvo condenado a 25 años de cárcel en 1998, salió libre en 2015, pero fue detenido nuevamente al poco tiempo por una salidera. En las últimas horas del viernes, fue uno de los presos que firmó la tregua con los representantes del Ministerio de Justicia de la Nación y del Servicio Penitenciario para frenar el motín que mantuvo en vilo por varias horas a la sociedad y que se originó con el fin de reclamar que algunos de los reclusos puedan ser trasladados a sus casas y evitar infecciones con Covid-19.

"El concheto" fue jefe de la banda de los “nenes bien”, reclutaba “soldados” en el barrio La Cava de la localidad de Beccar, aunque él vivía en Acassuso. Admiraba a Carlos Eduardo Robledo Puch, el Ángel de la muerte que, entre 1971 y 1972, asesinó a 11 personas mientras dormían o por la espalda, también en la zona norte del conurbano. En el chalet en el que vivía, investigadores encontraron recortes de diarios con las notas periodísticas del año 1972 sobre el múltiple homicida.

Había cursado sus estudios en los institutos secundarios San Patricio y Nuestra Señora de Fátima, de donde fue expulsado cuando superó el límite de las 24 amonestaciones. En una ocasión encontraron una manopla de hierro entre sus pertenencias y en otra revoleó un cortaplumas contra el pizarrón, en plena clase.

Años después, conformó una banda en la región. No iba detrás de los blindados ni de los bancos. Su blanco eran los restaurantes de alta gama, aunque una de las primeras víctimas de Álvarez fue un miembro del directorio de la petrolera Esso, a quien le robaron un Rolex, el celular, dinero y su Honda Accord.

En julio de 1996, el raid delictivo de la banda que los hizo conocidos ante la sociedad incluyó robo, tiros y tres asesinatos a sangre fría: el hijo de un ex ministro, una joven estudiante y un comisario. Un mes después, Álvarez sería detenido y condenado en 1998 a prisión perpetua. Pero su serie de crímenes no se detuvo entre rejas. En la vieja cárcel de Caseros, ya sentenciado, mató con una faca a un compañero de pabellón. Así, se transformó en protagonista de una de las historias policiales más violentas y recordadas de la Argentina.

Transcurrieron más de 16 años para que Álvarez volviera a ser noticia. Era el año 2015 cuando los jueces de la Cámara de Casación Penal, Ángela Ledesma y Alejandro Slokar, consideraron que el cuádruple asesino merecía salir en libertad. Pero volvió a caer: esta vez por el robo de una mochila con 67.000 pesos a un hombre a la salida de una financiera en el centro porteño.

Desde entonces está alojado en el penal de Villa Devoto, donde volvió a dar que hablar al colocarse en el centro de la violenta escena de motín protagonizada por los internos de esa cárcel de la Capital. El viernes por la tarde los internos decidieron culminar con la protesta en el penal, la cual dejó 15 agentes y 2 internos heridos, en el marco de reclamos por mejores condiciones de higiene y por medidas extraordinarias debido a la pandemia de coronavirus, como prisiones domiciliarias, visitas, entre otras solicitudes.

Informe: Infobae