Todo es ilusión y ansiedad en estas horas por Victoria. Y ese clima se vivió ayer en las inmediaciones del estadios donde los hinchas comenzaron a llegar varias horas antes de que hubiera alguna certeza de donde se jugaría la final y cuantas entradas iban a estar disponibles.
Hace dos años Tigre descendía y a los pocos días celebraba su primer titulo en Primera División. Si, así de extraño, así de mezclado, así de Argentino todo. Pero después de los festejos hubo que hacerse cargo que el equipo volvía a las divisiones del ascenso después de su década mas destacada y coronada con la estrella.
Y fue extraño ese año, no haciendo pie en el Nacional y jugando la Libertadores. Con un técnico que enviaba audios diciendo que ojalá estuviera en otro equipo. Fue un año duro para el Matador que fue consumiendo de a poco la ilusión de rebotar y volver rápidamente. Ilusión que se fue además de la peor manera, con el adiós a un ídolo.
Todo eso estaba ayer en el aire. La espera era mucho mas que saber si iba a llegar a comprar entrada. Los hinchas fueron pasando y llevándose las 8.000 populares y las 4.000 plateas. Con el gesto del que se sabe parte de esa final, y siente que como hincha cumplió con su parte en este juego: estar en el sur bancado al equipo.
Queda que la pelota ruede y que el equipo haga lo que hizo en la mayoría de los encuentros que disputo este torneo: superar a su rival. Si, eso también, claro... y que la pelota entre.
