58 años lleva la feria recorriendo San Fernando. Frutas, verduras, carnes, productos de granja, ropa para niños, lencería y hasta accesorios para celulares se distribuyen entre unos quince puestos (el número varía según el día y la locación) manejados por familias de tradición feriante.
Liliana, por ejemplo, heredó su puesto de verduras de su marido hace tres años y enumera las bondades del sistema: “Yo tengo clientes que me van siguiendo por las distintas paradas de la feria. Lo hacen porque saben que hay buenos precios y por lo que dura la mercadería, que es siempre fresca”.
En otros rubros la tendencia parece ser la misma. “Viene gente de San Isidro, de Martínez, a comprarme porque saben que manejamos buenos precios. Además, si bien cambio de proveedores, saben que la calidad es buena”, asegura Carmen, quien maneja un puesto de lencería y ropa para niños.
Desde el otro lado del mostrador, Julia, que lleva más de 20 años como clienta confirma los dichos de los puesteros y agrega que en los últimos tiempos la brecha de precios se ha acentuado. Todo parece indicar que, en tiempos de alta inflación, los negocios con menos intermediarios se presentan como una buena opción para el bolsillo.
