La presencia de sustancias psicoactivas en los ambientes juveniles nuevamente es noticia por lo trágico de sus consecuencias, tan lamentables como previsibles y evitables.
Cada vez que estos eventos suceden, nos cuestionan nuestro rol en la sociedad; como padres, como docentes, como profesionales y como ciudadanos que sufren las consecuencias de decisiones que como conjunto vamos adoptando.
Las muertes de los 5 jóvenes y la vida de otros tantos que hoy se encuentran en serio riesgo no son las únicas que deben llamar nuestra atención. Estas muertes se suman lamentablemente a muchas otras, tan silenciosas, sin prensa y casi hasta desapercibidas que a diario suceden en nuestro país.
Estas muertes se suman lamentablemente a muchas otras, tan silenciosas, sin prensa y casi hasta desapercibidas que a diario suceden en nuestro país.
No son estas, las únicas muertes que se producen por consumo de sustancias psicoactivas; hay muchas más que son invisibilizadas por el común de la gente porque no alcanzan notoriedad periodística, o porque nuestra negación como sociedad no las percibe. O peor aún, porque nos acostumbramos a ellas.
Creemos que existe un gran error en potencia, y es que la noticia sólo quede en detalles accesorios de este suceso: la noche, las luces, una “nueva” droga, las fiestas raves, controles, etc. Todo eso es el contenido impactante de un hecho que tiene trasfondos mucho más preocupantes aun, que si como sociedad no decidimos enfrentar nos veremos próximamente ante nuevas noticias como las de hoy, o aun peores.
Cabe preguntarnos por el daño letal que estos jóvenes sufrieron mas allá del uso de una sustancia, ir más allá del sólo cuestionamiento por “Controles” o Habilitaciones de lugares. Quienes nos dedicamos a la prevención y asistencia de las adicciones nos preguntamos por Políticas que aborden de manera eficiente la problemática de las adicciones. Justamente para que los eventos particulares no nos desvíen la mirada de la situación de base.
Lo primero que surge es la necesidad de consensuar un Plan Nacional de Prevención de las adicciones que cumpla con los requerimientos básicos de continuidad en el tiempo, objetivos claros y evaluables, que trasciendan a los intereses de las administraciones políticas de turno y se constituyan en verdaderas Políticas de Estado para las generaciones venideras.
No podemos cometer el error de focalizar en una sustancia el problema, los adolescentes que consumen drogas lo hacen en modalidad de policonsumo, donde mas allá de haber alguna sustancia de preferencia es la utilización de varias de ellas lo que caracteriza dicho consumo, provocando en muchos casos severas consecuencias psicofísicas, que se ven incrementadas significativamente cuando se trata de menores de edad.
No se trata sólo del “Extasis” de los muchachos de poder adquisitivo medio y alto, como tampoco del “paco” de los niños pobres; es también considerar a las sustancias legales que se venden fácilmente como el alcohol o los picofármacos
No se trata sólo del “Extasis” de los muchachos de poder adquisitivo medio y alto, como tampoco del “paco” de los niños pobres. Es también considerar a las sustancias legales que se venden fácilmente como el alcohol o los psicofármacos (que muchas veces se comercializan de forma clandestina con fines no terapéuticos).
En esta linea nos debemos una profunda reflexión sobre el fenómeno del Cannabis (Marihuana), cuyo consumo se ha ido banalizando en los últimos años gracias a la promoción sistemática de información parcial sobre el impacto que tiene para la salud. El resultado inmediato de este proceso fue una drástica disminución de la percepción de riesgo que su consumo implica, incrementando la complacencia social, de tal manera que no se advirtieran sus daños y muchos padres y jóvenes creyeran en la inocencia de su uso.
La tragedia de Time Warp nos plantea interrogantes que requieren de urgentes respuestas: ¿se pueden seguir sosteniendo los argumentos que separan el consumo recreativo de las prácticas de riesgo en el consumo de sustancias psicoactivas? ¿es válido proponer como solución un control de las sustancias en las puertas para que los jóvenes consuman "sabiendo lo que consumen" y así eviten los riesgos para su salud? ¿es lógico proponer la legalización de las drogas como solución cuasi mágica a un problema tan complejo? ¿nadie sabía sobre el consumo de drogas de diseño en estas fiestas patrocinadas por grandes empresas y autorizadas oficialmente?
Los componentes emocionales, culturales y psicológicos que entran en juego en las dinámicas sociales que se establecen en las prácticas de consumo no se pueden controlar desde un mero discurso racionalizado
El consumo de sustancias siempre supone un riesgo para la salud, y la mera información sobre sus efectos y consecuencias no se traduce necesariamente en prácticas de cuidado ni en conductas saludables. Los componentes emocionales, culturales y psicológicos que entran en juego en las dinámicas sociales que se establecen en las prácticas de consumo no se pueden controlar desde un mero discurso racionalizado.
Si hablamos de salud que una droga sea legal, controlada y de buena calidad no la transforma en inocua. El uso de sustancias psicoactivas conlleva un riesgo tanto para sí como para terceros: lo vemos en accidentes de tránsito, en ámbitos laborales, violencia en ámbitos recreativos, sobredosis.
Las políticas preventivas en todos sus niveles debe tender a la construcción social de la percepción de riesgo del consumo de drogas como uno de los factores principales del cuidado de la población.
En el nivel de la asistencia hay que contemplar que toda acción preventiva genera demanda de tratamiento y estar preparado para alojar la demanda según cada caso. No sólo para salir al encuentro de las emergencias que requieren internación hospitalaria, sino organizar derivaciones para tratamiento en instituciones especializadas en adicciones que puedan recomendar cuál es el adecuado para cada persona.
Introducir aquí la discusión prohibicionismo - legalización como eje de debate, desconoce el enorme impacto de la dimensión cultural en la definición de las prácticas de consumo. Dimensión que justamente es la menos discutida a la hora de pensar en políticas públicas y sin embargo es el ámbito fundamental de intervención para estrategias que no sólo se propongan atenuar los daños del consumo de drogas sino prevenir su uso y promover formas de convivencia y diversión que no naturalicen el descontrol y la muerte.
Federación de Organizaciones No Gubernamentales de Argentina para la Prevención y Tratamiento del Abuso de Drogas (FONGA)