Gerardo Alcoba se transformó sin dudas no sólo en un baluarte de la defensa del Matador, sino también en un hombre trascendental a la hora de comandar el grupo, en la adversidad, con el injusto descenso, pero también en el camino hacia la primera estrella del club de Victoria. Y con la cabeza en lo que viene, el central dejó algunas sensaciones sobre su presente, el futuro en Tigre, y sobre algunas cuestiones personales que lo marcan a la hora de tomar definiciones dentro y fuera de la cancha.
"Viví muchísimos momentos de infelicidad. A veces las presiones o el estar lejos también te generan infelicidad. En México jugaba, pero no era feliz. La obligación de lograr objetivos deportivos y económicos te lleva a una presión que tenés que bancártela. Es la posibilidad que nos da el fútbol a nosotros, los que venimos de muy abajo. Pero después te pone en un lugar que decís: “Ahora elijo yo dónde estar”. Y por eso Tigre me pone bien, en Tigre soy feliz. No sólo por los triunfos, porque al principio la vivimos complicada", expresó acerca de su presente en el fútbol en una entrevista con Tiempo Argentino.
Los motivos de esa felicidad en el club, tienen que ver con varios factores, pero sobretodo con cómo el equipo se muestra dentro del campo de juego: "En muchos momentos me sonrojaba solo. Era una sonrisa cómplice como cuando te dan algo que te gusta mucho. Disfrutaba de ver desde el fondo a mis compañeros tirar paredes a cinco mil kilómetros por hora. Y sacándome la camiseta: era ver a un conjunto de jugadores profesionales que apuestan, en la adversidad, a jugar muy bien".
Ya hablando sobre el jugador de fútbol en general, el uruguayo de 34 años, declara: "Nosotros no jugamos un intercountry con amigos y vamos a reírnos. Jugamos muchas veces con lesiones, dolores y presiones. Tenemos exámenes semanales que te llevan de ser un héroe a liquidarte. Y después, si jugás bien, el equipo tiene que ganar. Tenés 34 años, pero desde lo físico parece que tenés 70: los deportes de alto rendimiento no son sanos. Nosotros lastimamos nuestro cuerpo para poder desarrollar una actividad profesional. Eso genera un montón de desgaste físico y mental. Tiene un premio, que es económico: en poco tiempo, se gana bien".
"Corremos una carrera contra el dinero, lamentablemente. La gran mayoría venimos de recursos muy bajos, y la enfermedad de poder hacer una diferencia económica en poco tiempo te lleva a un desgaste total. Cuando lo lográs, sentís el deber cumplido. Y cuando no, terminás tu carrera y decís: 'Dejé todo en esto y no obtuve el premio'. Y ahí viene la depresión. Sumale que el futbolista es futbolista. Son pocos los que se preparan para el después. Los futbolistas somos inservibles para todo lo demás. Si se deprimen jugadores que han logrado todo, como Iniesta, imaginate qué nos queda a los mortales y a los luchadores".
Sobre su rol de líder y capitán en Tigre y sus equipos anteriores, expresó: "Es una cuestión natural, viene de la escuela. Tomar roles y decisiones que le tocan a uno o a dos dentro de un plantel. Quizá por mi manera de ser, de expresarme y de pelearme. No te digo líder, pero me gusta tomar riesgos y responsabilidades. De niño en la escuela tenía que tener todo en orden, organizado. No era buen estudiante, pero era buen compañero. Yo voy a cenar y mi señora se la pasa retándome: “Basta, basta, no estás en la cancha”. Que dónde estacionamos el auto, que cómo salimos después, que cómo se sientan los chicos, qué cómo le hablan a los demás. A veces soy un poco insoportable. No me gusta delegar nada".
"Aprendí de la vieja escuela, que era un poco más radical y maltrataba a los chicos. Eso no lo comparto. Pero sí les digo que tengan cuidado con las redes sociales: “Vos das dos pases bien y tenés a 70 mujeres diciéndote que sos lindo”. Los pibes se compran un coche y lo muestran en redes sociales. Las marcas te escriben para que uses su ropa y te dicen que sos crack. Todo eso te vuelve loco. Hay cosas mucho más importantes en la vida que andar exponiendo una vida que no tenés en un medio como el fútbol, que mira mucha gente", reflexionó sobre el papel de los más experimentados con los más jóvenes del plantel.
Para finalizar, comentó sobre su relación con los periodistas (haciendo referencia a sus cruces luego de finalizada la final contra Boca en Córdoba), aclaró: "Hay una cuestión de respeto. Lo que les dije a los periodistas es porque están buscando qué foto hay en Twitter, qué hizo la mujer del otro. Hablemos de fútbol, acabamos de terminar una final. Uno de ellos dijo que no estábamos acostumbrados a jugar finales, y le dije que estaba equivocado: seis, siete, sí habíamos jugado finales. Mi forma de expresarse a veces parece violenta, porque hablo fuerte y te miro a los ojos. Por eso se pude haber malinterpretado. El que no habla de fútbol es porque trabaja sobre eso para vender. Pero los que hablan de fútbol, la mayoría, se instruyen, apelan a lo mental, comparan estilos de juego".