Inclusión social, la clave de Medellín para ir derrotando a la inseguridad

Una fuerte inversión pública en educación, cultura y salud hizo caer drásticamente la cantidad de homicidios.

Villas miserias, favelas, poblaciones. Y acá en Medellín, comunas. El clima y las definiciones cambian, pero no la realidad: pobreza y miseria se acumulan en dosis iguales en estos intrincados pasillos donde la desesperanza se hace fuerte y sobrevivir en base a changas es la apuesta por un mañana.
Sin embargo, acá, bajo un sol implacable, las cosas parecen estar comenzando a cambiar, de la mano de una inversión social que busca modificarle definitivamente la cara a la ex capital mundial de la violencia. Y de una decisión política, que deja de lado banderías o relatos del pasado para concentrarse en el futuro bajo la consigna “Lo mejor para los que menos tienen”.
A lado de la tienda “El centavo menos”, en plena Comuna 13, la más “pesada” de Medellín pero donde, como símbolo, abundan las flores, Johan Ibarra, 20 años, se acomoda el gorro de guardia de seguridad y le dice a Clarín: “No teníamos nada, y esto nos cambió la vida”. “Esto” es la última adquisición de la ciudad: una escalera mecánica, de cinco tramos, un orgullo de la ingeniería paisa, que permite a los pobladores de más arriba, los más alejados, los más pobres siempre, bajar a la ciudad.
Y cambiar aislamiento por integración.
La foto vale: sólo hay que imaginarse que por el medio de la porteña Villa 1-11-14 avance como una cicatriz una larga escalera mecánica que permita que todos se conecten a la ciudad. Y que sean los propios habitantes de la villa, además, los encargados de mantenerla.
Pero la escalera en una zona de emergencia no es más que la punta de un iceberg de acciones sociales soñadas por unos y puestas en marcha por otros para sacar a los habitantes de Medellín del círculo de la pobreza, la inseguridad y la violencia que llevaron a que, por años, esta ciudad sea considerada la más violenta del planeta. Un título ganado con toda justicia, de la mano del narcotráfico y las violencias guerrilleras y parapoliciales. Los números hablan solos: en 1991 Medellín tenía 380 asesinatos por cada 100.000 habitantes. Hoy, 46.
¿Milagro? No, nada más lejano que eso. Federico Restrepo, mano derecha del ex alcalde Sergio Fajardo, el “hacedor” de este cambio de Medellín, se lo dice a Clarín: “Acá se tomó una decisión para no morirnos más. Y con políticas públicas activas y la educación como motor para romper desigualdades dimos vuelta la historia”.
Escuelas, metrocables, Parques Bibliotecas, espacios públicos, programas asistenciales y educación de calidad fueron las claves de Fajardo y su equipo para conseguir el cambio. Y mucha creatividad. Así, como ejemplo, el INDER, el Instituto de Deporte de la ciudad, creóequipos de rugby para fomentar el compañerismo con un deporte donde lo competitivo no sea el eje. O llevar escuelas directamente a las barriadas. Y bibliotecas.
Muchas bibliotecas, bibliotecas por todas partes. En medio de una Comuna, el centro de la ciudad o una estación de Metro.
“Para nosotros las bibliotecas son iglesias”, cuenta Aníbal Gaviria, el actual alcalde, que lleva adelante las mismas banderas que supo levantar Fajardo, hoy gobernador de Antioquia y al que muchos consideran el futuro presidente de Colombia. “Derrotar la violencia es y será nuestra meta. Y todavía nos queda mucho por hacer. Que en 2012 hayan muerto 1.251 personas sigue siendo inaceptable ”, dice el alcalde, que también pone al desempleo, del orden del 13%, en el primer lugar de los problemas aún no resueltos.
La decisión política de ganarle a la violencia en los barrios donde se enseñoreaba la figura de Pablo Escobar tuvo un aliado clave, tal vez la joya que mejor explica el éxito de la ciudad: e l conglomerado Empresas Públicas de Medellín (EPM), un verdadero monstruo empresarial que, aunque en manos del estado municipal, se maneja como la más eficiente empresa privada. Pero con un condimento extra: al ser municipal, o sea de todos los paisas, está obligada por ley a darle a la ciudad el 30% de sus ganancias. Y en los últimos tres años esa ganancia fue de 1.392 millones de dólares, fondos administrados por una comisión de notables que garantiza que se utilicen sin intencionalidad política.
De todas maneras, y como el propio gobierno lo reconoce, la ciudad está todavía lejos de ser una maravilla, y la violencia sigue enquistada,ahora bajo la forma de la guerra de bandas. Sin embargo, acostumbrados a vivir bajo el signo de la muerte y la inseguridad, los paisas se aferran con orgullo a su nueva calidad de vida. Y aunque lamentan haber perdido con Buenos Aires ser la sede de los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018, celebran haber sido elegida como la ciudad más innovadora del mundo en 2012, por encima de Nueva York y Tel Aviv. Y siempre aferrados a su receta: combatir la violencia con inclusión, la inseguridad con políticas públicas, la desesperanza con futuro.
Fuente: Clarin