El pensador, escritor y político nacional, figura relevante de la Unión Cívica Radical y del peronismo naciente en los años 40, se caracterizó por su crítica al pensamiento de la clase dominante. Arturo Jauretche no sólo descansa hoy en el Cementerio de Olivos, donde cada año la militancia lo recuerda, sino que también supo transitar las calles del partido de Vicente López cuando, por los finales del '30, se reunían en la casa de Raúl Scalabrini Ortíz para organizar la fundación de la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA).
El referente político nacido en Lincoln el 13 de noviembre de 1901, fue además autor de célebres libros que marcaron el camino de una generación de pensadores nacionales: Política nacional y revisionismo histórico (1959), Los profetas del odio y la yapa (1957), Prosas de hacha y tiza (1960), Forja y la década infame (1962), El Medio Pelo en la Sociedad Argentina (1966), Manual de zonceras argentinas (1968), entre otros.
Crítico intelectual y analítico de la historia, Jauretche expuso en sus textos frases que no sólo se aplicaban a una realidad dentro de la coyuntura política y social en la que él escribía, sino también dentro de la actual: "La falsificación (de la historia) ha perseguido precisamente esta finalidad: impedir, a través de la desfiguración del pasado, que los argentinos poseamos la técnica, la aptitud para concebir y realizar una política nacional. Mucha gente no entiende la necesidad del revisionismo porque no comprende que la falsificación de la historia es una política de la historia, destinada a privarnos de experiencia que es la sabiduría madre", escribió en Política Nacional y revisionismo histórico.
Cuando se habla de Jauretche, Vicente López es un lugar de historias que nos hace viajar al pasado para revivir conversaciones en la casa de Scalabrini Ortíz, ubicada en Alberdi al 1100, donde hace más de 70 años desplegó su conocimiento y su pensamiento crítico, para crear un nuevo movimiento político de resistencia. "Debemos buscar los puntos de coincidencia con los hombres, y no los que pudieran separarnos", solía decirles a sus compañeros de FORJA.
Hoy, esa misma historia nos transporta al Cementerio de Olivos, a pocas cuadras de aquella casa. En ese rincón del barrio, aún queda el recuerdo vivo de aquel hombre: del pensador, del meduloso, del crítico, sin distinciones de banderas partidarias. Arturo Jauretche falleció el 25 de mayo de 1974, a los 72 años.
