La sensación de un ciclo terminado es la que se respiraba ayer en el Dellagiovanna de Victoria. Entre la resignación y la bronca, los hinchas elaboraban en la previa, el haber escuchado a su técnico, el campeón, el de la estrella, tan deseoso de migrar hacia Boedo.
La resignación, para los más racionales, que ven como la premisa que dice que "el pez grande se come al chico" vuelve a repetirse, y no hay nada para hacer frente a ella. "Gracias Pipo por todo, buena suerte.
La bronca, de los mas emocionales, que sin olvidar que el técnico es un trabajador y tiene todo el derecho de buscar mejores condiciones, recordaban que hace pocos meses les hablaba de valores, de la palabra y su vocación de cumplirla. "Si es guita, no me hables de valores; y si hablas de valores, bancate que te putee si a los dos días te das vuelta", decía un hincha que no sabía cómo administrar su contradicción entre el agradecimiento por la estrella, y sentirse usado nuevamente por declaraciones de protagonistas que venden lo que no tienen.
Durante el partido, esa tensión sobrevoló el estadio, que durante muchos momentos estuvo en silencio, golpeado, sin reacción, como el equipo. Otro empate, otros dos puntos que se escapan y complican un poco más el objetivo de rebotar en B para volver rápidamente. Otro partido donde el equipo se muestra impotente, sin reacción, con rivales que ofrecen menos virtudes técnicas, pero más oficio para cerrar espacios y golpear. Y eso que Riestra estuvo impreciso en la última puntada, además de un par de grandes intervenciones de Marinelli.
Luego Gorosito habló. Vio otro partido. Vio a un Tigre superior perdiendo 5 goles abajo del arco. Y vio que si uno no quiere jugar, al que propone se le complica. Gran verdad, pero ya va un tercio de un torneo donde a Tigre le juegan así y el equipo parece no saber cómo.
Gorosito también habló sobre San Lorenzo. Insistentemente los periodistas preguntaron sobre el tema. Y con la misma insistencia, el técnico sostuvo que nadie había hablado con él, y con eso, negando todo rumor, cerraba las preguntas. Pero todos recordaban y comparaban el categórico "le di mi palabra a Tigre y la voy a cumplir“ de hace algunos meses, cuando fue Pizzi el elegido de los de Boedo, y las actuales respuestas, no hacían más que confirmar lo que expresaba el audio privado que se conoció el fin de semana: la vocación del técnico de seguir su carrera en San Lorenzo.
Gestos tensos, nerviosismo entre los hombres de peso del club se vieron después del encuentro, al estar frente a una situación inesperada meses atrás y difícil de resolver: un técnico que armó el plantel, con contrato, que quiere irse, pero al que aún no le concretan la oferta. Una cláusula de rescisión importante a la que hay que hacer respetar, aún a costo de romper vínculo con alguien que hasta ayer era casi el Mesías que los llevó a la tierra prometida, la soñada estrella. Y además la pregunta de ¿qué pasa si San Lorenzo finalmente elige otro técnico? Porque algo claramente se rompió y va a ser difícil seguir como si nada hubiera pasado.
Claro esto es fútbol, y tres victorias seguidas, relativizan todo análisis.