Vecinos del bajo preocupados por el destino de la barranca de Alvear. La necesidad de un modelo de desarrollo centrado en el cuidado de la ribera dónde los vecinos tengan mayor participación en las decisiones.
Por numerosas razones, la ribera de San Isidro es un lugar muy atractivo para los desarrolladores inmobiliarios. Pero estos desarrollos, si no son debidamente planificados, pueden atentar contra las características naturales, culturales y paisajísticas de una zona muy particular de San Isidro.
Y este es el caso de la Quinta Williams en la barranca de la calle Alvear. Dicha casa fue construida por el arquitecto inglés Collcutt y que cuenta con un parque diseñando por Carlos Thays. La quinta lleva ese nombre porque en ella vivió el intendente Orlando Williams, conocido como el “Intendente Plantador” ya que fue él quien hizo plantar las tipas en la avenida Libertador.
El anuncio de un emprendimiento inmobiliario que pone riesgo el valor histórico, arquitectónico y paisajístico de dicha casa y su entorno, movilizó a un grupo importante de vecinos que presentaron un expediente en la municipalidad, acompañado por 2600 firmas, en donde detallaban las razones por las cuales rechazaban el derrumbe de la Quinta y la modificación de las características de la barranca.
“En abril del 2012 apareció en el suplemento de Arquitectura de Clarin un render sobre un desarrollo inmobiliario para la barranca de la calle Alvear. En dicha nota participaban funcionarios municipales, a mi entender, comprometiendo opinión del Municipio” nos cuenta la concejal Ester Fandiño, quien es parte del grupo de vecinos conformado como “Amigos de la Barranca”. “El proyecto suponía la destrucción de la Quinta y de gran parte del parque y después de reunirme con los vecinos presenté un pedidos de informes en el concejo deliberante, en mayo del 2012, el cual al día de hoy no ha tenido una respuesta oficial”.
En diciembre del 2012, la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos se expidió sobre la Quinta recomendando “enfáticamente su protección a nivel municipal y provincial, dado los valores arquitectónicos y paisajísticos” destacando la gravedad que supondría su desaparición.
En el mismo sentido, la Directora del Museo Quinta Los Ombúes, arq. Marcela Furgado ha dejado constancia que la residencia reviste de un interés histórico local, interés arquitectónico e interés paisajístico.
“La única forma de garantizar la conservación de lo que valoramos es la planificación urbana a
largo plazo. Y esto no le interesa a este modelo de gestión. Lo que quiere este modelo de gestión es que cada vez que alguien quiera hacer un desarrollo inmobiliario importante tenga que ir a una oficina del municipio y haya un funcionario que sea tu interlocutor y te autorice la obra. Y no es posible que uno puede decidir sobre lo que es de todos” indicó la concejal Fandiño.
“Nosotros tenemos un patrimonio natural, que es la barranca, que es la estribación del relicto del delta, una zona frágil medioambientalmente, vulnerable al cambio climático y que la debemos preservar. La discusión será si para preservar la toma el municipio o si se ponen restricciones al dominio de la propiedad privada de los vecinos, con su respectiva compensación. Pero hay que preservarla. Nos quieren correr con que este es un tema privado. Acá hay un privado que compró y que quiere hacer algo y esto va a terminar como el juicio del paseo de Fátima. Pero un privado no compra para hacer una inversión sin acercarse al municipio y saber lo que puede hacer. Y nosotros tenemos dos ordenanzas 8760 y 8761 que protegen el paisaje y las especies. Entonces, la protección del paisaje es un dato de restricción que ya tenía antes de la compra” agregó la concejal que es vecina del bajo.
“Lo que se está dando es una discusión de poder. La intención de la administración actual es demostrarles a los inversores que tiene el poder de tomar estas decisiones. Y lo que tendría que demostrar esta comunidad es que ni esta administración, ni ninguna otra, va a poder tomar decisiones en contra de lo que todos decidamos”, concluyó Fandiño.
La Quinta Williams, como el Bosque Alegre, son conflictos que ponen en juego no sólo un aspecto ambiental y paisajístico, sino que fundamentalmente están cuestionando un modelo de toma de decisiones, exigiéndole al ejecutivo municipal una mayor participación de los vecinos en las decisiones sensibles que afectan aspectos de la cultura del lugar.
Para firmar el petitorio que busca evitar un desarrollo que destruya la Quinta Williams.