El espectáculo más violento del año ha llegado a nuestras salas. ¿Qué es lo que nos motiva a contemplarlo durante más de 2 horas de duración, mientras aguantamos las náuseas propias y el dolor ajeno? Tal vez sea la sensación de la muerte constantemente cercana, el patetismo en las imágenes explícitas de cada violento asesinato o simplemente la identificación con la extrema adrenalina que padece nuestra heroína en su deseo de venganza.
Lo cierto es que esta mega producción made in Corea no da ningún respiro a los espectadores ni lugar a ningún tipo de piedad por nada ni por nadie. La villana es un film de hiperacción en el que se destaca el trabajo de la cámara y la puesta en escena del director. Una especie de montaña rusa de la muerte.
La trama tiene mucho de tragedia griega, donde el objetivo es la venganza y la traición se paga con sangre. Con mucha en este caso. Para ser más gráfico quiero destacar dos hechos curiosos que rodearon a la exhibición del film:
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La empleada del cine advirtiendonos a los espectadores que todo el que ingrese a la sala debía ser mayor de 18 años.
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Algunas personas saliendo de la sala en los primeros minutos de película absolutamente indignadas.
Solamente recomendada para los que desean del cine una experiencia de emoción violenta.
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