Cuando el ahora ex entrenador del equipo salió sin hablar tras el partido frente a Colón, el desenlace era más que lógico: Tigre se iba a quedar sin entrenador una vez más. El torneo de los treinta equipos se proyectó con la idea de favorecer los planes a largo plazo en los clubes, pero sólo se cuentan con los dedos de una mano los que conservan el DT desde enero. Y Tigre, caracterizado por sostener proyectos, no escapó a esa media
Alfaro no fue un mal técnico. Para nada. Más allá de los pergaminos que traía tras su paso glorioso por Arsenal de Sarandí, su llegada ilusionaba por la disciplina táctica y la identidad que les daba a sus equipos. Y Tigre necesitaba eso tras el fallido paso de Alegre como entrenador. Si es del gusto del público, eso va en cada uno. Pero los resultados lo avalan. Todo el torneo en la parte superior de la tabla y peleando hasta último momento entrar a la Liguilla Pre-Libertadores. Es lógico que no clasificar a ninguna copa del año que viene haga frustrar a un técnico que vino a ganar cosas. Pero ¿cuál es la solución? ¿Qué es lo que quiere la gente?
Si se logran resultados mejores de lo esperado, es porque se juega mal. Si se juega bien, es porque no se le gana a nadie entonces no sirve. De ésta forma, lo único que se logra es que el club entre en el tan temido pozo de la mediocridad y que su paso en Primera sea el vivir el día a día adecuándose a la situación. Ojalá que el técnico que llegue, sea bancado por los técnicos virtuales y lograr lo que queremos todos. Un Tigre campeón en Primera. Mientras, gracias por todo Lechuga