Pescadores de la Zona Norte: la búsqueda de serenidad y naturaleza que se pasa de padres a hijos

En la costanera de San Fernando, en el delta, en los espigones de Martínez y Olivos, cientos de personas, amigos y familias, comparten una práctica que se vuelve un ritual indispensable en la vida de quienes los hacen.

Pescadores Zona Norte

Con el vértigo y el estrés de la vida moderna, en las ciudades han surgido una infinidad de propuestas que ofrecen recuperar la armonía perdida. Sin embargo, muchos vecinos de la región recurren a una vieja práctica, donde el contacto con la naturaleza y la serenidad se reúnen dando lugar a un rito indispensable para quienes lo realizan: la pesca.

Son distintos los lugares de la costa en la zona norte donde los pescadores se convocan: la costanera sanfernandina (conocida como Cohelo), el muelle de Martínez, el puerto de Olivos, son sólo algunos de esos puntos que nuclean a quienes disfrutan de la pesca.

Jorge Rumi (61) es vecino de San Isidro, nació a pocas cuadras del río y cuenta que de chico, hace más de 50 años, “iba con mis amigos, cañita con boya para bagres y mojarritas”. Después de toda una vida pescando en el espigón de Martínez, considera que “pescar es sanador para la mente”.

“Empecé a pescar de chico con una bara que diseñó mi papá”, cuenta Eugenio López (37) que hoy sigue disfrutando la pesca con una caña simple, junto a su hijo. Frecuenta la zona de Benavidez y recuerda que “una noche tiré la caña y pase toda la noche sin darme cuenta que estaba enganchada en un árbol. Me di cuenta cuando amaneció”. Eugenio es uno de los que elige comer las bogas y las carpas que saca.

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El tema de qué hacer con el pez que se saca es una divisoria de aguas. Algunos comen lo que sacan, mientras que otros prefieren devolver el pez, ya sea porque consideran su práctica como algo meramente deportivo o por las condiciones en las que se encuentran los ríos de la región. También, la pesca como un mero hecho deportivo, tiene sus detractores, que consideran una “crueldad” el hecho de sacar un pez para luego devolverlo. “Yo justifico que los coman, pero que hagan sufrir un animal por deporte, no lo entiendo”, critica una lectora al enterarse que íbamos a realizar una nota a los pescadores.

Juan Pablo (39) es vecino de Tigre y ha pescado en todos los lugares típicos de la región. También se inició en la actividad con su padre. Le gusta ir a pescar con un equipo profesional y junta a la familia y amigos. El define que la pesca como “una pasión”.

El estar junto al río no es lo único. Es fundamental la compañía y el ritual que comienza con la preparación. “Desde el momento que se que voy a ir a pescar, ya me cambia el humor,.es lo que me gusta”, cuenta Walter (52) de San Martín, que frecuenta el delta como zona de pesca. “Soy pescador deportivo, lo que pesco lo devuelvo al agua. Mis peces favoritos: dorado y tararira”. Walter que comenzó a pescar con su padre y su abuelo, trata de ir con un equipo acorde a lo que va a pesca, “lo más profesional posible”, dice.

Con sólo 17 años, Iván ya hace casi una década que tira en la costanera de San Fernando. Cuenta que con la pesca logra tranquilidad y le sirve para trabajar la paciencia. “Estar al lado del río y no saber que puede picar en la punta del anzuelo… es todo”. Iván dice que en la costanera sanfernandina ha sacado bagres, patí y carpas. “A veces como lo que saco, depende del tamaño y tipo de pez”.

También pesca en la costanera de San Fernando Cristina (39), que reclama más lugares de sombra. Para ella algo fundamental es estar cómoda y segura, y dice que “en Cohelo, en el sector de pesca, falta más sombra y no dejan poner sombrillas. O sea, nos morimos de calor”. Le gusta ir a pescar sola y dice que la práctica es “una relajación”.

Costanera Pesca San Fernando
Foto: Costanera de San Fernando

Augusto (13) es vecino de Rincón y frecuenta el río Lujan. Dice que pescar es “una manera de divertirme y relajarme”. Suele sacar bagres amarillos y bogas, que no come “porque el río está contaminado”. Para él es importante encontrar un lugar donde no haya mucho enganche del anzuelo y disfruta de hacerlo en familia.

“Pesco en el puerto de Olivos, hace como 10 años”, cuenta Marielena del El Talar. Dice que no tiene palabras para describir lo que le da la práctica y valora “relajarme y disfrutar de la naturaleza”.

También entre los pescadores, los que se lo toman como un desafío y encararon la pesca deportiva de forma competitiva. Hay varios equipos en la zona. En Pilar un grupo de viejos amigos, además de disfrutar juntos, ya han obtenido reconocimientos en competencias en el interior del país (VER NOTA).

Con distintos enfoques, y en diversos lugares de la región, la pesca sigue siendo una de las actividades elegidas por los vecinos, para poder relajarse del ritmo de la ciudad, compartir momentos en familia, y mantenerse en contacto con la naturaleza.