Por Ariel Gómez Barbalace | Se acrecientan las dudas sobre donde jugará su candidatura a ¿gobernador?. Mientras desde el PRO le sigue enviando mensajes hostiles, se especula con la posibilidad que vaya con boleta corta, sin candidato presidencial.
Incertidumbre. El futuro político del intendente de San Isidro Gustavo Posse suma nuevos interrogantes a medida que se acercan las definiciones electorales. Durante el mes de marzo, Gustavo Posse anunció su acuerdo con el espacio de Mauricio Macri, mientras rompía con su último circunstancial aliado, Sergio Massa, criticando su liderazgo político y relativizando sus logros como intendente de Tigre. Pero el anuncio de Posse no tuvo eco en el PRO. Pero sin confirmaciones ni desmentidas oficiales, y ante un gran silencio de Mauricio Macri, distintos referentes amarillos hicieron públicas sus resistencias al nuevo desembarco de Posse, mientras se alineaban tras la candidatura de María Eugenia Vidal, en la provincia. “Posse se fue de un día para el otro con Massa después de salir en todos los afiche con Mauricio” dicen en privado altos dirigentes, recordando el salto de Posse al Frente Renovador, tras la elección del 2013.
Lo concreto, en medio de operaciones mediáticas en las que Posse busca mostrarse como una referencia importante en la provincia y desde el PRO intentan ´bajarle el precio´ a su candidatura, el intendente de San Isidro suspendió la semana pasada su lanzamiento y multiplicó las especulaciones en un escenario cargado de incertidumbre. Días más tarde, a través de su cuenta de Facebook, buscó acallar las voces que lo volvían a ubicar en la intendencia de San Isidro, afirmando categóricamente su candidatura a gobernador.
Pero en la misma publicación, no sólo vuelve a referir a la fortaleza del kirchnerisno “el kirchnerismo está fuerte y no hay que subestimarlo” sino que crítica, sin mencionarla, a la actual candidata del PRO en la provincia: “estar importando candidatos que ni nacieron, ni ejercieron y nunca tuvieron vínculo público con la provincia de Buenos Aires, y que vengan atados de la decisión del candidato a presidente, del partido que sea, es una especulación que lleva al fracaso de la gestión pública” dijo el Posse cuando a Vidal se le cuestiona su posibilidad de presentarse en la provincia siendo la actual vice jefa porteña. ´
También, hace una mención crítica de un instrumento político que siempre bien supo utilizar: el arrastre de las boletas nacionales. Posse, quien tuvo la habilidad política de ´colgar´su boleta con el candidato que mejor midiera (De La Rua, Kirchner, De Narvaéz, Massa) aprovechando el ´traccionamiento´ , ahora afirma la necesidad de desligar las elecciones locales de las nacionales. "El vecino tiene que elegir al que mejor gestiona el barrio, los hospitales, el patrullaje municipal; ¿por qué razón el intendente tiene que estar atado a la boleta del presidente o del gobernador?" afirma un Posse que parece nuevamente enrolado en las filas del vecinalismo, abriendo el paraguas ante la posibilidad de llegar a agosto con una boleta corta.
Finalmente, en la misma publicación, hace referencia a una de las debilidades del PRO, la falta de estructura territorial, llevando la mesa de negociación a la red social, e indicando la importancia de poder contar con fiscalización en cada mesa: “se engaña al votante si se le pide el voto pero no se está en condiciones de custodiar ese sufragio” soltó.
Sin dudas el escenario de negociación de Posse y el PRO está abierto, pero tanto la suspensión de su lanzamiento y esta exposición en las redes sociales, dan cuenta de un momento de debilidad. En San Isidro Carlos Castellano va ganando protagonismo en las comunicaciones oficiales y el PRO no muestra hasta ahora una decisión cierta de ir a disputarle el territorio con Guillermo Montenegro. Pero la posibilidad de quedarse solo e ir a elecciones con una boleta corta (ofreciendo el corte a diestra y siniestra), no es algo muy extraño para el horizonte próximo del possismo: podría afrontar las próximas elecciones en San Isidro, sin Posse en la boleta y sin el arrastre de un presidenciable fuerte, apostando su continuidad a la potencia de la publicidad para instalar un candidato de escasos niveles de conocimiento y a un aparato político consolidado en 32 años de gobierno.