Presentaron en San Isidro los resultados del estudio “Apostar no es un juego”

La investigación nacional relevó casi 10.000 respuestas en todo el país sobre el fenómeno de las apuestas online en adolescentes y jóvenes. En San Isidro se logró reunir una muestra significativa para un análisis local.

En un bar céntrico de San Isidro se realizó la presentación del estudio Apostar no es un juego, una encuesta nacional que se propuso cuantificar la situación de la ludopatía en jóvenes. El encuentro fue encabezado por Leandro Martín, dirigente sanisidrense quien promovió la investigación a nivel local para que el estudio alcanzara en San Isidro una cantidad de casos que permitiera un análisis específico.

Las conclusiones del informe fueron expuestas por Martín Romeo, sociólogo y director ejecutivo del estudio a nivel nacional. La actividad reunió a dirigentes deportivos, referentes sociales y religiosos como también, periodistas de medios locales, padres y madres de la comunidad sanisidrense. Entre los asistentes estuvieron el padre Máximo Jurcinovic el Obispado de San Isidro; Carlos Bringas ex concejal y presidente del Club Social Boulogne; Manuel Gutiérrez, presidente del Club Necochea; Mateo Juárez, representante de Clubes Unidos de San Isidro; Andrea Irigoyen de Eve Asociación Civil, quienes compartieron su preocupación por el impacto del fenómeno en el ámbito deportivo y comunitario.

“El primer paso es mostrar que tenemos un problema grande como sociedad, que tenemos un piso muy alto de adolescentes y jóvenes que están haciendo apuestas en este momento”, sostuvo Romeo, y agregó: “De no mediar acciones al respecto vamos a tener un problema muy pronto, porque la velocidad con la cual un consumo problemático se convierte en una adicción, en este caso la ludopatía, es muy veloz. Un adolescente puede tardar solo dos años en desarrollar una adicción, con consecuencias como deudas, estrés, insomnio, peleas, intentos de suicidio. Un daño infinito sobre la salud mental de un grupo de la población que cualquier país necesita para pensar en su futuro”.

Por su parte, Leandro Martín destacó que San Isidro no está exento de esta problemática: “Inclusive en algunos casos del estudio, está por encima de la media nacional. Es un tema super preocupante del cual los adultos tenemos que hacernos cargo”. En ese sentido, remarcó: “Lo que vimos a lo largo del proceso de investigación fueron testimonios que generan mucha tristeza y angustia. Detrás de cada número hay familias, pibes, hogares destruidos, problemas mentales, de salud, de suicidio. Es como si estuviésemos tratando con una pandemia silenciosa”.

Martín también señaló la necesidad de visibilizar y abordar el tema desde el entorno más cercano: “La primera forma de empezar a trabajar este tema es hacerse cargo de que tenemos un problema con nuestros adolescentes y jóvenes. Muchas veces, cuando tu hijo está con el celular en la mesa, vos pensás que está chateando con un amigo, pero en realidad está haciendo una apuesta deportiva con el dinero que le diste para el día. Primero evidenciarlo, ponerlo en agenda, y luego trabajar de forma didáctica, educativa y familiar”.

En la cuenta de Instagram @apostarnoesunjuego pueden encontrarse testimonios, resultados del estudio y detalles sobre el proceso de investigación.

El fenómeno en cifras: conclusiones de la presentación

El estudio, realizado durante 2024 con más de tres meses de trabajo de campo, estuvo orientado a adolescentes y jóvenes de entre 15 y 24 años. A nivel nacional se obtuvieron cerca de 10.000 respuestas, con participación en las 24 provincias y en 360 localidades del país.

Durante la presentación en San Isidro, Martín Romeo compartió con los presentes las conclusiones más relevantes del relevamiento. Entre ellas, destacó que el 94 % de los jóvenes en el distrito conoce amigos o amigas que apuestan en línea. A nivel nacional, cuatro de cada diez jóvenes afirmaron haber apostado o hacerlo recientemente; en San Isidro, esa proporción asciende a seis de cada diez.

Uno de los datos más significativos es el uso del dinero cotidiano por parte de los adolescentes: a nivel general, dos de cada tres pesos que reciben se destinan a apuestas. En San Isidro, aunque los montos son menores al promedio nacional, el porcentaje representa casi la totalidad del dinero que los jóvenes reciben de sus padres.

“El fenómeno infantil muchas veces resulta invisible a los ojos de los adultos”, remarcó Romeo. En los primeros años, el dinero proviene de la familia, pero al acceder al mercado laboral, los jóvenes aumentan el monto y la frecuencia de sus apuestas. En algunos casos, incluso se endeudan. “La fantasía de ‘le saco el teléfono y no apuestan más’ es un error. Apuestan con el celular del otro, con el Mercado Pago del otro”, explicó. Además, advirtió sobre el diseño de los sitios: “Es muy fácil ingresar dinero y muy difícil retirarlo. Como es difícil sacarlo, se vuelve a apostar”.

La investigación también mostró que los varones no solo apuestan más seguido, sino que en promedio arriesgan el doble que las mujeres. En el caso de las apuestas más altas, llegan a cuadruplicarlas. Por su parte, los sectores más vulnerables triplican los niveles de apuestas del resto, evidenciando que muchas veces se busca resolver necesidades económicas a través del juego.

Tres de cada cuatro jóvenes pasan hasta dos horas por día en plataformas de apuestas, aunque en lapsos breves repartidos a lo largo de la jornada. Un 15 % pasa más de cuatro horas diarias apostando, como si se tratara de una jornada laboral. Este grupo también presenta mayores niveles de endeudamiento.

“No significa que todos los jóvenes sean ludópatas, pero partimos de un número muy alto”, indicó Romeo, y explicó que mientras a un adulto le puede llevar siete años desarrollar una adicción, en los jóvenes ese proceso puede acelerarse a solo dos.

Además, advirtió que apenas el 20 % del negocio de las apuestas online opera por canales legales. “Tenemos un casino en nuestras casas, las 24 horas. No cierra, no te pide DNI, no te discrimina”, sintetizó.

Entre los factores que motivan a los adolescentes a apostar, la encuesta identificó una fuerte presión del entorno. Muchos dijeron que lo hacen porque sus amigos también apuestan. Algunos relataron que si no participan, se sienten excluidos: “Me siento un boludo si no apuesto”, dijo uno. Otro contó que llegó a una reunión donde todos sus amigos estaban apostando, y que si no lo hacía, quedaba afuera.

A esto se suma la idea de que ganar depende del conocimiento. “La mayoría cree que puede ganar porque sabe de fútbol”, explicó Romeo. También cuestionó la influencia de figuras públicas: “Tenemos al arquero de la Selección, que es un ícono para generaciones enteras, haciendo promoción de las apuestas deportivas”.

Finalmente, el sociólogo detalló algunas de las consecuencias más severas: ansiedad, insomnio, deudas, violencia familiar y escolar, robos en el entorno cercano, e incluso intentos de suicidio. Más del 70 % de los encuestados reconoció que se trata de una práctica que puede convertirse en adicción. “Tenemos un problema social serio. Si no actuamos rápido, esto va a escalar. No hay soluciones mágicas: se necesita el compromiso de muchos actores al mismo tiempo, y la familia es clave. Hay que hablar con los chicos, no desde el reto, sino mostrando que no existe ‘ganar por saber más’”, concluyó.

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