Foto: Rodrigo Néspolo
Cintia agita una de sus manos, grita, se desespera haciéndoles señas a tres de sus hijos mientras hace equilibrio entre grandes pedazos de escombros, con un bebe de pocos meses en brazos. "Es que no saben nadar y me pongo muy nerviosa", dice, con el agua salpicándole los pies, a unos dos kilómetros de donde el jueves se ahogó un adolescente y desapareció una chica de 15 años que, finalmente, fue hallada muerta.
La costa del Río de la Plata sigue provocando un efecto magnético para aquellas personas que, tal vez, no tienen la posibilidad de escaparse a una playa. Pero, a su vez, se convierte en una trampa mortal por la cantidad de escombros, basura, hierros retorcidos, desechos ecológicos, un piso fangoso e irregular y las peligrosas corrientes de agua.
La tragedia de días atrás, a pocos metros de Ciudad Universitaria, podría haber ocurrido en Vicente López, Martínez, San Isidro o cualquier distrito cercano al río.
"Un poco peligroso es, pero si vas pisando con cuidado no pasa nada. Tampoco te podés ir muy lejos como aquellos pibes que están allá", dice a La Nación Diego Zalazar, y señala a un grupo de adolescentes que están a unos 200 metros de la costa de Vicente López, sumergidos con el agua por encima de la cintura.
A unos metros de distancia está la pequeña Cielo Itatí, de 4 años, que camina entre vidrios rotos, botellas de plástico y piedras puntiagudas. Ramiro, un año mayor, chapotea, como puede, en el agua. "Con los chiquitos hay que tener más cuidado porque los podés perder. Se meten con nosotros. ¿Si la pasamos bien? Sí, pero mejor sería que toda la costa estuviese limpia para los que no podemos irnos de vacaciones", razona Claudio Zalazar, el hermano de Diego.
En los 1800 metros del paseo costero de Vicente López hay carteles que alertan sobre la peligrosidad de bañarse en esas aguas y advierten que está prohibido hacerlo allí. Además, hay recorridas periódicas de los móviles de la patrulla local y de Defensa Civil que, a través de altavoces, avisan a la gente que no puede meterse al río.
"Nuestro operativo consiste en informarle en los accesos al paseo y también cuidar hasta la línea de la costa. Además, hemos pedido a Prefectura Naval Argentina que refuerce la presencia dentro del agua. Con todo eso, además, apelamos a la conciencia de la gente que no debe bañarse en aguas que no son aptas para hacerlo", informaron en el municipio de Vicente López.
La irresponsabilidad pone a la gente en el peligro latente de un accidente como el que sucedió anteayer. Pero la tentación de darse un chapuzón refrescante para soportar una temperatura como la de ayer, de 33°, puede ser más fuerte.
Es reprochable la actitud de esas personas como así también las condiciones en la que se encuentra la costa. Tal vez no sean aguas saludables para bañarse, pero por qué no pensar en una playa de recreación. Eso es lo que se preguntan Diego Gómez y Mabel Coman, parados en el césped del paseo costero con la mirada fija en el horizonte y los ojos llenos de recuerdos.
"¿Bañarme? Ni loco, ahora no se puede porque el agua está contaminada. Yo venía con mi familia en las décadas del 60 y 70. Acá había una playa divina", dice Diego, que ya camina cerca de un grupo de hombres preparándose para una sesión de kitesurf. Las condiciones son ideales, con viento del sudeste, que va trayendo el agua hacia la costa, peligrosamente.