Después de una larga travesía, se terminó el sueño del campeonato para Tigre. En un partido muy disputado, el Matador cayó ante Boca por 3-0 con goles de Marcos Rojo en el primer tiempo y Frank Fabra y Luis Vázquez en el segundo y no pudo alzarse con el título de la Copa de la Liga Profesional.
En los primeros 10 minutos, Tigre salió a imponerle condiciones a Boca con una presión asfixiante en la salida y con un manejo de pelota más directo. Retegui y Colidio saltando a los defensores rivales y Castro sumándose a los tres volantes para cubrir el ancho del campo. El Matador avisó con un cabezazo de Cabrera que se fue desviado tras un córner de Zabala. Cuando lograba saltear la presión, Boca se tornaba peligroso con Salvio y Villa lanzados en velocidad por los costados.
A los 13' llegó la primera para Boca de un tiro libre. Villa le pegó desde atrás de la medialuna y Marinelli voló para despejarla con la muñeca al córner. De un momento a otro, el Xeneize empezó lastimar con transiciones rápidas en ataque y pasó a adueñarse del trámite del partido. De hecho, a los 18', Benedetto marcaba el 1-0 con una excelsa definición pero Bonfá levantó la bandera por posición adelantada y el VAR le dio la derecha. Fino offside, pero fue.
Para los 30', el partido cayó en un tramo desprolijo y la intensidad de Tigre bajó, sobre todo porque el constante peligro de Villa y Salvio por izquierda lo llevó a protegerse un poco más, priorizó el cubrir los espacios y no explotarlos y dejó de manejar la pelota en campo rival. Cabrera y Blondel fueron los que más tuvieron que trabajar en la primera parte, porque Villa se cerraba en algunas ocasiones y Benedetto salía a pivotear, arrastrándolo a Cabrera (lo amonestaron justamente en un acción así) y haciendo que quede un hueco.
El Matador se mantuvo compacto atrás y pocas veces pudieron sortear su presión, pero le faltó bastante juego asociado y claridad de mitad de cancha hacia adelante y un gran motivo fueron las pocas subidas de Blondel y Prieto, quienes tuvieron que estar muy atentos a las escaladas de Villa y Salvio. Aparecieron poco Castro y Colidio con pelota y a Retegui, que si bien se movía para tratar que lo encuentren, casi no le llegaron pelotas al pie o al espacio. Boca fue superior, con muy poco, pero lo fue.
Y cuando parecía que el primer tiempo iba a terminar sin goles, en la última del partido Boca se encontró con el 1-0 y abrió el encuentro. Córner desde la izquierda, Rojo se elevó más alto que todos, cabeceó al medio del arco y la pelota se le escurrió de las manos a Marinelli, que volvió sobre sus pasos para sacarla pero fue en vano porque el balón ya estaba adentro.
Después de un inicio de complemento algo dubitativo, Tigre empezó a aprovechar los metros que Boca iba dejando por atolondrarse y fue arrinconando al rival contra el arco de Rossi. Blondel se soltó y se sumó a los ataques, en varias ocasiones apareciendo como un volante interno, y ahí el Matador lograba manejar la pelota en campo rival y generar superioridad numérica a espaldas de Varela y Pol Fernández. Un zurdazo de Retegui que tapó Rossi y una palomita que el propio delantero no llegó a conectar eran el síntoma claro de que los de Martínez estaban mucho mejor.
No solo estaba mejor, sino que Tigre pasó a llevarse puesto a Boca desde lo futbolístico y desde la actitud. Nuevamente y de forma casi inexplicable, el fútbol, que se suele definir como dinámica de lo impensado, le dio otro cachetazo a Tigre. El Xeneize no encontraba el juego, rifaba la pelota y en una escalada en la que se animó fabra, el colombiano sacudió de zurda y la colgó de un ángulo para marcar el 2-0. Boca tuvo suerte en el asedio de Tigre (Retegui dilapidó tres chances claras) y se encontró con esa genialidad de su lateral izquierdo.
El Matador sintió el baldazo de agua fría y se quedó sin respuestas ofensivas. Anímicamente se fue del partido y lógicamente Boca se envalentonó. Martínez mandó a la cancha a Obando y Armoa y luego a Magnín junto a Protti, pero ninguno pudo desequilibrar en medio de un escenario completamente desfavorable, con un rival manejando la pelota con mucha tranquilidad. Para colmo, a los 41' llegó el tercero del Xeneize por intermedio de Luis Vázquez y ahí se terminó el partido.
Tigre terminó el partido vencido futbolísticamente pero haciendo una fiesta en las tribunas. Dio muchas ventajas en el primer tiempo, perdonó a un rival al que no se puede perdonar (las tres chances de Retegui) y después no supo reponerse del cachetazo: combo letal que terminó con la derrota y la tristeza de no haber podido conseguir el título.
Si hay que claudicar, que sea siempre de pie. Más allá de que no haber tenido un buen partido, el hincha de Tigre debe estar orgulloso por lo que hizo el equipo a lo largo de todo el campeonato. Hoy es bronca y deshazón, mañana seguramente será otro motivo para estar felices de ser hinchas de la institución, de ver los miles y miles de hinchas que coparon el Kempes.