La Quinta Los Ombúes, una de las casas más antiguas que quedan en pie en San Isidro, se encuentra en pleno casco histórico de esa ciudad, pertenece al período virreinal, tuvo aportes en su arquitectura entre los siglos XVIII y XX, y fue visitada, según la tradición, por José de San Martín, Juan Martín de Pueyrredón y Manuel Belgrano, entre otras personalidades.
Allí se encuentra el Museo, Biblioteca y Archivo Histórico Municipal de San Isidro, Dr. Horacio Beccar Varela, que a partir del sábado 17 de marzo habilitará el ingreso a cuatro salas que han sido totalmente renovadas, en una tarea que también comprendió un nuevo guión y montaje que realza su valioso patrimonio vinculado con la historia local, nacional y la de Mariquita Sánchez de Thompson, quien fuera la ilustre dueña de la quinta, ubicada en Adrián Beccar Varela 774, casco histórico de San Isidro.
“La puesta museográfica del Museo Beccar Varela comprendió un intenso trabajo de investigación, documentación y digitalización de su patrimonio y se suma a lo realizado años atrás en el mismo sentido y con idéntica importancia en el Museo Pueyrredón y en el Museo del Juguete. Hoy, las cuatro renovadas salas del Beccar Varela nos permiten exhibir sus piezas de un modo más atractivo, actual, con una sólida narración que las sostiene y una tecnología acorde con su valor patrimonial”, expresó Eleonora Jaureguiberry, subsecretaria general de Cultura de San Isidro, a cargo de esta iniciativa.
Hoy, sus salas atesoran abanicos de Mariquita, una escultura en miniatura realizada por Lola Mora, mobiliario del siglo XVIII y valiosas obras pictóricas, además de muebles y documentos de Florencio Varela. El 10 de septiembre de 2005, cumpliendo el deseo del Dr. Horacio Beccar Varela, se hizo efectiva la donación de la quinta al municipio, y el 16 de mayo del año siguiente fue inaugurada como museo por el actual intendente de San Isidro, Gustavo Posse.
Relacionar el relato de la casa y sus moradores en el más amplio marco discursivo de la construcción del colectivo-Nación fue una de las metas de los trabajos, iniciados a mediados del año pasado, que tuvieron en cuenta, en especial, a Sánchez de Thompson, célebre por rebelarse a las imposiciones de su género y ser una activa defensora de la causa revolucionaria de Mayo.
El nuevo diseño comprende espacios medulares para comprender la vida de los habitantes de la quinta, declarada Monumento Histórico Nacional en 2007. Por un lado, dos ámbitos de sociabilidad centrales, la sala principal y el antiguo comedor, que ahora luce como en 1903 y cuya recuperación patrimonial se presentó en 2017, en un esfuerzo conjunto del municipio y el generoso mecenazgo de una descendiente de Adrián Beccar Varela. Hoy, el flamante guión nos presenta una combinación descriptiva de los objetos que formaban parte de la vajilla de época y los menús del Cuaderno de Recetas de María Varela de Beccar, un documento original e inédito de recetas criollas compilado por ella misma en la quinta a finales del siglo XIX.
Por el otro, se concretó la recreación del dormitorio de Mariquita, como espacio privado y de oración, con la colaboración del Dr. Manuel Obarrio y el generoso préstamo del retrato de Juan Thompson del Museo Histórico Nacional. Un espacio que refleja cierta atmósfera intimista y establece conexión con el drama de su tiempo tendiendo un puente narrativo y museológico con otra figura clave de su época: Florencio Varela, del quien también se exhiben objetos relacionados en la Sala principal de la casa.
Además, la campaña arqueológica en la Casa de Alfaro, otro hito material de memoria sanisidrense, dotó al museo de innumerables testimonios rescatados del pozo de basura de aquella edificación (restos de vajilla, botellas vacías, botones, frascos de perfume y remedios, cuentas de collares, pipas de caolín, entre otros) que dan cuenta de las prácticas y consumos de vida cotidiana en el pasado y ahora forman parte de la renovada Sala de Arqueología.
"Para el reequipamiento de estas salas tuvimos la colaboración de vecinos y descendientes de la familia Beccar Varela, quienes donaron o cedieron en comodato diversos objetos de época que se sumaron a la colección original que posee el municipio desde la donación de la quinta. Se trata, entre otros, de un espejo veneciano del siglo XVIII, un arpa Erard y un piano vertical de mediados del siglo XIX, piezas infaltables en una sala hacia 1850, además de la cama y ropero que pertenecieron al Dr. Manuel Obarrio", detalló la directora del museo, Marcela Fugardo.
Otra novedad es la incorporación de pantallas táctiles en el espacio del Comedor mediante una propuesta de realidad aumentada que posibilita a la visita una interesante experiencia perceptiva y narrativa de los objetos, poner la mesa con todos sus enseres, saber de prácticas culinarias pasadas, y hasta copiar una buena receta.“Buscamos poner en caja las piezas en función de una narración, de una lógica discursiva que los vinculara con la casa y sus habitantes. Un museo es el catalizador del entusiasmo y saberes de muchos profesionales y funcionarios que promueven la investigación, la restauración y la difusión del patrimonio público. Pero, es también, en tanto nos pertenece a todos por igual, la responsabilidad de la comunidad en su conjunto. Nos enorgullece pensar que estos trabajos son el resultado cabal de todos estos anhelos”, concluyó el licenciado Patricio López Méndez, a cargo de la puesta museológica.