Toda obra maestra crea su propia metáfora, y si, como dice el dramaturgo Mauricio Kartún, toda metáfora es un mito en miniatura, podremos comprender el valor artístico del docudrama La Lección de Anatomía, ópera prima de la productora independiente Rueguet Films, dirigida por Agustín Kazah, vecino de Martínez, y por Pablo Arévalo, de Vicente López.
En una primera capa de sentido, podemos pensar que se trata de una película que registra en intimidad la última reposición de una de las obras de teatro más exitosas de la escena nacional -con funciones ininterrumpidas prácticamente desde su estreno en 1972-. Eso solo ya es suficientemente atractivo como para ir a verla. Sin embargo, a medida que el relato avanza, distintas capas de sentido van cayendo hasta develarnos el corazón humano y sensible de Carlos Mathus, creador de la obra teatral, y Antonio Leiva, su compañero e integrante del elenco que la estrenó.
¿Es necesario haber visto la obra de teatro original para disfrutar de la película? Definitivamente no. La realización es tan cuidada y noble que permite a los espectadores reponer a cada instante lo que están viendo. La sensibilidad del relato, los giros inesperados de la vida (y del guión) exponen la magia creadora de una obra maestra que se vuelve todas las obras.
Quienes aman los documentales, verán una película con herramientas clásicas. Quienes prefieren las ficciones, se van a sorprender con un guión sólido y una cámara invisible que nos introduce en la intimidad de los protagonistas.
Celebramos el estreno de La Lección de Anatomía de la productora Rueguet Films, luego de cinco intensos años de trabajo. El resultado es asombroso, pero más asombroso aún es ser testigos del proceso creador de uno de los sucesos culturales más importantes de nuestro país.